Alexander: La extraordinaria vida de Alejandro Farnesio
Alexander: La extraordinaria vida de Alejandro Farnesio
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El nacimiento y los orígenes de Alejandro Farnesio
EL NACIMIENTO DE ALEJANDRO FARNESIO
Alejandro Farnesio nació el 27 de agosto de 1545 en Roma, concretamente en el palacio de la Madama1 (actual sede del Senado de la República Italiana), denominado así en honor de su madre, Margarita de Austria, hija natural del emperador Carlos V, casada con Octavio Farnesio, nieto del papa Paulo III. Alejandro, bautizado con este nombre en honor a su bisabuelo paterno, el papa Paulo III (que también se llamaba Alejandro Farnesio), tuvo un hermano gemelo, Carlo, que recibió el nombre de su abuelo materno, el emperador Carlos V.
Los gemelos fueron bautizados privadamente por Ignacio de Loyola2 —confesor de Margarita—, que había intercedido con el papa Paulo III para el reconocimiento de la Compañía de Jesús.3 El día 3 de noviembre de 1545, aniversario de la coronación de Paulo III, tuvo lugar la ceremonia oficial de cristianar en la iglesia de San Eustaquio y a ella asistieron el papa y diecinueve cardenales. Los padrinos fueron el emperador Carlos V y la delfina de Francia, ambos por medio de representantes. Más de ciento veinte comensales participaron en el banquete posterior al bautizo oficial.4
Por desgracia, su hermano gemelo Carlo falleció a los cuatro años, lo que convirtió a Alejandro en hijo único del matrimonio de Octavio y Margarita, quienes depositaron en él todas sus esperanzas.5
Pero ¿quiénes eran los Farnesio? ¿Cómo llegó su bisabuelo Paulo III a la silla de Pedro? ¿En qué circunstancias engendró Carlos V a su hija Margarita? ¿Qué llevó al papa y al emperador a concertar el matrimonio del nieto del primero, Octavio, con la hija del segundo, Margarita? ¿Cómo fue el matrimonio entre Octavio y Margarita? A continuación trataremos de dar respuesta a estos interrogantes sobre el fascinante origen de nuestro protagonista, descendiente tanto del papa como del emperador.
SU BISABUELO, EL PAPA PAULO III
Los Farnesio
La historia de la familia Farnesio se desarrolla a partir del final del siglo XI en el territorio de la Tuscia6 (denominación atribuida a la Etruria meridional), en concreto en la región próxima al lago de Bolsena, que hoy forma parte de la provincia de Viterbo,7 al norte de Roma. En torno a dicho lago existían bosques de robles (farnias) de los que deriva el apellido Farnese: el país de las farnias .8
Es la historia de una familia de modesta nobleza local que, partiendo del alto Lazio, llegaría a ser una de las más influyentes y representativas de Europa durante el siglo XVi.9 ¿Cómo fue posible esta transformación?
El primer Farnesio del que hay noticias ciertas es Pietro Farnese, que fue cónsul de Orvieto (situada a unos ciento veinte kilómetros al norte de Roma) hacia el año 1100 y general de la caballería de los Estados Pontificios.10 En 1309, Guido Farnesio, obispo de Orvieto, consagró su magnífica catedral.11 En general, los Farnesio fueron condottieri, capitanes de soldados mercenarios, al frente de los cuales se involucraron en las luchas entre güelfos y gibelinos, partidarios del papa y del Sacro Imperio, respectivamente, que tuvieron lugar en Italia durante los siglos XIII y XIV. Los Farnesio lucharon del lado pontificio y, gracias a ello, obtuvieron importantes beneficios económicos y territoriales.12 Su escudo de armas original está formado por seis lirios azules sobre campo de oro13 (ver lámina n.º 1).
En la historia de los Farnesio desempeña un papel relevante Ranuccio el Viejo (1390-1450), capitán general de la República de Siena en 1416, al servicio de Florencia contra Milán en 1424, y que asiste posteriormente al papa Eugenio IV en su lucha contra los Colonna. Obtuvo en 1435 el nombramiento de Gonfaloniere di Santa Romana Chiesa, cargo de enorme prestigio equivalente a la máxima magistratura militar.14
Ranuccio contrajo matrimonio con Agnese Monaldeschi della Cervara, con la que tuvo nueve hijos. Añadió nuevas posesiones a la casa Farnesio, configurando un pequeño estado feudal al norte de Roma, que comprendía las localidades de Montalto, Canino, Ischia di Castro, Latera, Cassano, Capodimonte, Valentano, Marta y Gradoli. Y también mandó construir el mausoleo familiar en la isla Bisentina, en el lago de Bolsena15 (en la lámina n.º 2 se incluye un mapa de los territorios farnesianos).
De la larga prole de Ranuccio destacó su hijo Pier Luigi (1420-1478), que se casó con Giovannella di Onorato Catanei, descendiente de la familia del papa Bonifacio VIII.16 Pier Luigi y Giovannella tuvieron cinco hijos, entre los que sobresalieron Julia, que fue amante del papa Alejandro VI, y Alejandro,17 el futuro papa Paulo III, artífices del ascenso definitivo de la casa Farnesio a las primeras páginas de la historia18 (la lámina n.º 3 contiene el árbol genealógico de la familia Farnesio a partir de Ranuccio el Viejo).
La bella Julia Farnesio
Julia Farnesio, cuya belleza tantas ventajas habría de proporcionarles tanto a ella como a su familia, nació en 1475 en Canino, una de las plazas del feudo farnesiano cerca del lago de Bolsena.19
Aún niña, fue prometida en matrimonio a Orsino Orsini, hijo de Ludovico Orsini y de Adriana Mila. Esta era sobrina del cardenal Rodrigo Borgia, y su familia se había trasladado a Roma con el séquito de Alonso Borgia, obispo de Valencia, que sería proclamado papa, con el nombre de Calixto III, en 1455 a la edad de 77 años.20 Adriana Mila contrajo matrimonio en 1473 con Ludovico Orsini, señor de Bassanello. El matrimonio tuvo un único hijo, Orsino, poco agraciado físicamente, de limitada inteligencia e introvertido,21 pero, en cambio, heredero de un ilustre linaje y grandes posesiones, por lo que podía ser considerado un importante partido.
El cardenal Rodrigo Borgia había nacido en Játiva en enero de 1431. Su madre era hermana del papa Calixto III. A los pocos meses de la designación de este, en febrero de 1456, Rodrigo —de 25 años— fue nombrado cardenal y vicecanciller de la Iglesia. Y, simultáneamente, su hermano Pedro Luis también fue nombrado capitán general de la Iglesia.22 Es decir, en muy poco tiempo, la familia Borgia consolidó su poder. Sin embargo, solo dos años más tarde murió su tío Calixto III, que tuvo un breve pontificado. A pesar de ello, Rodrigo sobrevivió a los cuatro papas que sucedieron a su tío (Pío II, Paulo II, Sixto IV e Inocencio VIII) y logró, gracias a sus maquinaciones, ser proclamado papa a los 61 años, el 26 de agosto de 1492, con el nombre de Alejandro VI.23
Como es bien conocido, Rodrigo Borgia tuvo una intensa vida sexual, con incontables amantes. Entre 1465 y 1470 engendró tres hijos: Gerolama, Pier Luigi e Isabel. Y hacia 1472 inició la relación con Vanozza Catanei, una mujer que rondaba la treintena, de familia popular, alejada de la cultura y la nobleza de los patricios romanos, y de la cual nacieron los hijos más queridos de Rodrigo: César, Juan, Jofré y Lucrecia.24
Rodrigo Borgia pidió a su sobrina Adriana Mila, cuyo marido había fallecido prematuramente, que se ocupara de la educación de los hijos nacidos de su relación con Vanozza. Estos se instalaron en el palacio Orsini, en Roma, donde los visitaba su padre y donde conoció a Julia Farnesio, la prometida del hijo de Adriana, Orsino Orsini. El cardenal quedó prendado de la belleza adolescente de Julia, que tenía un largo cabello rubio que le llegaba casi hasta las rodillas y unos grandes ojos azules (ver su posible retrato en la lámina n.º 4),25 y la cortejó hasta convertirla en su amante con la vergonzosa complicidad de su futura suegra, Adriana Mila.26
La boda de Julia y Orsino se celebró el 20 de mayo de 1489 en el palacio Borgia, en presencia del propio cardenal Rodrigo Borgia.27 Tras el matrimonio continuó la relación de Julia Farnesio con Rodrigo Borgia, mientras su marido se instalaba fuera de Roma en su residencia de Bassanello. Orsino Orsini se integró en el ejército pontificio y recibió diversos obsequios y propiedades de manos de Rodrigo Borgia.28
Una vez elegido papa, en 1492, Alejandro VI trasladó a Adriana Mila, a Julia Farnesio y a su hija Lucrecia a un palacio vecino a la basílica de San Pedro.29
Ese mismo año se produjo el nacimiento de Laura, la hija de Julia Farnesio y, presumiblemente, de Alejandro VI, aunque nunca fue reconocida por este, por lo que recibió el apellido Orsini del marido de su madre. Después del nacimiento de Laura, el pueblo romano pasó de llamar a Julia «la amante del papa» o «la concubina del papa» a denominarla expresivamente sposa Christi.30 Poco tiempo después, el 20 de septiembre de 1493, y gracias a la influencia de la bella Julia, su hermano Alejandro Farnesio fue nombrado cardenal.31
En 1494, Alejandro VI ordenó a Adriana Mila y a Julia Farnesio que acompañaran a su hija Lucrecia, que había contraído matrimonio con Giovanni Sforza, en su viaje a Pésaro. Sin embargo, Julia abandonó Pésaro sin autorización del papa, lo que le enfureció, para acompañar a su hermano Angelo en sus últimas horas de vida. Por aquel entonces, el hasta ese momento conformista Orsino Orsini reclamó a su mujer que se fuera a vivir con él al castillo de Bassanello. Y Julia, atrapada entre los celos de su amante y la llamada de su esposo, permaneció en el feudo familiar de los Farnesio en Capodimonte, donde fue capturada por los soldados del rey francés Carlos VIII, que había invadido la península italiana, y rescatada posteriormente por el papa, previo pago de una importante suma.32
De regreso a Roma, su relación con el papa Alejandro VI se fue enfriando paulatinamente, marcada por las turbulencias de la familia Borgia y la corte papal, y por los conflictos del sumo pontífice con los Orsini (la familia de su marido) y con los Caetani (la familia de su madre). En el año 1500 falleció su marido, Orsino Orsini, y posteriormente, en 1503, el papa Alejandro VI.33
Después de la muerte de ambos, la principal preocupación de Julia fue la boda de su hija Laura, que en su infancia había sido prometida a un vástago de la familia Farnesio. Sin embargo, tras la elección del nuevo pontífice, Julio II, influida por su hermano Alejandro, mudó de parecer y (siempre atenta a los nuevos vientos pontificios) la casó el 16 de noviembre de 1505 con Niccolo della Rovere, sobrino carnal del nuevo papa.34
Por su parte, Julia rehízo su vida y contrajo matrimonio en 1506 con un napolitano bien parecido y con fama de conquistador, Giovanni Capece Bozzato, a quien había conocido en 1496 cuando acudió a Roma como integrante del séquito de Sancha de Aragón, esposa de Jofré Borgia.35 Se retiró, junto a su nuevo esposo, a Carbonagno, posesión al norte de Roma que Orsino Orsini había recibido de Rodrigo Borgia y legado a Julia, que restauró su pequeño castillo y en el que vivió durante varios años.36 En 1517 murió su marido Giovanni, y en
1522 Julia regresó a la ciudad del Tíber para vivir con su hermano, el cardenal Alejandro. Falleció joven, aunque tras una vida intensa, a los 49 años, en 1524, probablemente víctima de la peste que afectó a la ciudad.37
El papa Paulo III
El futuro papa Paulo III, con el que los Farnesio llegarían a la cúspide del poder, nació en Canino en el mes de febrero de 1468.38 Sus padres, con gran visión, orientaron su educación y su carrera a la Iglesia en vez de a la tradicional vocación guerrera de los Farnesio, que sí siguieron sus hermanos Bartolomeo y Angelo.
Como ya hemos señalado, su madre pertenecía a la familia del papa Bonifacio VIII. Gracias a un tío materno, Jacopo Caetani,39 el joven Alejandro comenzó la carrera eclesiástica a los 15 años como secretario apostólico, lo que le llevó a Roma, donde ingresó en la academia del filósofo Pomponio Leto40 para recibir una exquisita educación que complementó en Florencia,41 entre 1486 y 1489, en la corte de Lorenzo el Magnífico, y en la que conoció a destacados personajes de la época, como Pico della Mirandola.42
De regreso a Roma, y gracias a la relación de su hermana Julia con el nuevo papa Alejandro VI, fue nombrado cardenal diácono43 —que no requiere el orden sacerdotal— el 20 de septiembre de 1493, cuando tenía 25 años.44
Alejandro VI le designó legado del Patrimonio en 1494, obispo de Corneto y Montefiascone en 1499 y, finalmente, legado en Ancona en 1502.45
A partir de su nombramiento como legado de Patrimonio, cargo equivalente al de tesorero general de la Iglesia, comenzó a manejar grandes cantidades de dinero46 y a comprar terrenos en Roma. Adquirió un viñedo en el Trastévere; luego, el palacio del cardenal Ferriz, en 1495; y, más tarde, diversas parcelas sobre las que edificó el imponente palacio Farnesio. Con el tiempo, su casa de Roma se convirtió en la más importante de la ciudad después de la del papa, y en 1527 contaba con más de trescientos sirvientes.47
Asimismo, mantuvo una relación con una viuda romana, Silvia Ruffini,48 con la que tuvo cuatro hijos: Constanza, Pier Luigi (1503), Paulo (1504) y Ranuccio (1509). Los tres primeros fueron legitimados por Julio II el 8 de julio de 1505 y Ranuccio por León X el 25 de marzo de 1518.49
Tras la muerte de su benefactor, Alejandro VI, el cardenal Alejandro Farnesio, hombre ambicioso y de fuerte carácter, demostró su gran habilidad política50 para seguir progresando en su carrera eclesiástica con cuatro papas (Julio II, León X, Adriano VI y Clemente VII). Ya hemos señalado cómo casó a su sobrina Laura Farnesio con el sobrino de Julio II, que, a su vez, legitimó a sus hijos. Además, en 1509, Julio II le nombró obispo de Parma. Aunque ejerció por delegación,51 ello le permitió entrar en contacto con la ciudad de la que haría en el futuro el centro del poder farnesiano, y fue precisamente en esa urbe donde dijo su primera misa en 1519 después de ordenarse sacerdote.52
En el cónclave de 1523 entró como favorito para la silla de Pedro, pero salió como cardenal al ser elegido Clemente VII.53 Finalmente, a la muerte de este, fue proclamado papa el 13 de octubre de 1534 con el nombre de Paulo (Pablo) III.54 Tenía entonces 66 años y se suponía que su pontificado sería breve. Sin embargo, vivió hasta 1549, por lo que se alargó durante quince años, el pontificado más largo del siglo. En su blasón pontificio (ver lámina n.º 1) incorporó el escudo de armas de los Farnesio con las llaves de San Pedro y la tiara papal.
Su labor como sumo pontífice fue muy importante. En el plano temporal, se situó desde un principio en una posición de neutralidad entre los dos grandes monarcas cristianos de la época: Carlos V y Francisco I. Intentó hacer la paz entre ellos para unir fuerzas contra la amenaza islámica,55 y les convocó a lo que hoy consideraríamos una cumbre política en Niza en 1538. Logró que ambos acudieran, y se reunió con los dos por separado, pero no les convenció para que se sentaran juntos ni para que acordaran una paz definitiva, aunque al menos consiguió que pactaran una tregua de diez años.56
En el ámbito eclesiástico, su objetivo fue la reforma de la Iglesia, afectada por los cismas luterano y anglicano. Tras muchas dificultades y presiones del emperador, convocó el concilio de Trento, que abrió sus puertas el 13 de diciembre de 1545 y del que debería salir la reconciliación doctrinal de la
Iglesia.57 En 1547, con la excusa de una epidemia en la ciudad, trasladó el concilio de la ciudad imperial de Trento a Bolonia, lo que constituyó un grave error que, como veremos, afectó seriamente a sus relaciones con Carlos V y comprometió su desarrollo —muchos padres conciliares no se trasladaron a Bolonia—, por lo que sería suspendido al año siguiente y no se reanudaría hasta el próximo pontificado. Asimismo, creó el Santo Oficio, como cámara de apelación final en casos de herejía, y puso en marcha la elaboración del primer índice de libros prohibidos de la Iglesia, que se publicaría en 1559, ambas acciones por iniciativa del cardenal Carafa, el futuro Paulo IV. También reformó, para evitar abusos, la Cámara Apostólica, el Tribunal de la Rota, la Penitenciaría y la Cancillería.58
Con anterioridad, el 2 de junio de 1537, había publicado la bula Sublimis Deus, en la que prohibió la esclavización de los indios del Nuevo Mundo, defendiendo que tenían derecho a su libertad, a disponer de sus posesiones y a abrazar la fe, que debía serles predicada con métodos pacíficos.59 Y en 1540 aprobó la fundación de la Compañía de Jesús y de otras órdenes religiosas, como las capuchinas, las teatinas, las barnabitas y las ursulinas.60
También fue un gran mecenas. Además de la construcción del palacio Farnesio en Roma, fue inmortalizado por Tiziano con su larga barba en un retrato realmente impresionante (ver lámina n.º 5) y encargó a Miguel Ángel que pintara la imponente escena del Juicio Final en la Capilla Sixtina, que constituye una de las grandes obras de arte de la historia de la humanidad.61
Las mayores críticas a su pontificado tienen que ver con su nepotismo y con la utilización del papado para el engrandecimiento de su familia,62 pero en ello no se diferenciaba de otros papas de la época, como hemos visto con los Borgia y como sería el caso de los Médici y los Carafa.63
En el primer consistorio tras ser proclamado papa, el 18 de diciembre de 1534, nombró cardenales a dos de sus nietos:64 Guido Ascanio Sforza, hijo de Constanza, que contaba 16 años; y a su homónimo Alejandro Farnesio, hijo de Pier Luigi, que tenía solamente 14, aunque, con el tiempo, alcanzaría una destacada influencia en el colegio cardenalicio y acumularía importantes beneficios, hasta el punto de que en 1556 era titular de diez obispados, veintiséis abadías y ciento treinta y tres beneficios inferiores que le producían grandes rentas y le permitieron construir el magnífico palacio de Caprarola.65 Años después, en 1545, también haría cardenal a su nieto Ranuccio, otro hijo de Pier Luigi.66
En 1537 designó a su hijo Pier Luigi capitán general de la Iglesia y duque de Castro, y en 1545 le proclamó duque de Parma y Piacenza, entregándole estos dominios de la Iglesia, lo que generó una gran controversia de la que trataremos in extenso.
El papa Paulo III falleció el 10 de noviembre de 1549, a la edad de 81 años, víctima de un ataque de apoplejía,67 probablemente causado por la tensión sufrida tras el asesinato de su hijo Pier Luigi y la crisis con el emperador por el dominio del ducado de Parma que le siguió y de la que nos ocuparemos más adelante. Está enterrado en la basílica de San Pedro, en un magnífico monumento funerario obra de Giacomo della Porta.68
Pier Luigi Farnesio
De los cuatro hijos del papa Paulo III, sin duda el más destacado fue Pier Luigi Farnesio,69 que recibió el nombre de su abuelo paterno. Nació en 1503 y fue educado por el gran humanista Tranquilo Malosso di Casalmaggiore. Era impetuoso, rebelde e inquieto.70 Alfieri lo caracteriza como un joven inteligente y vivaz, pero scapestrato (disoluto, libertino, alocado).71
Contrajo matrimonio a temprana edad con Gerolama Orsini, hija de Ludovico, conde de Pitigliano, y tuvo cinco hijos: Vittoria (1519),72 Alejandro (1520), Octavio (1524), Ranuccio (1530) y Orazio (1531).73 Alejandro y Ranuccio — como ya hemos señalado— fueron nombrados cardenales por su abuelo Paulo III. Octavio y Orazio fueron utilizados en la política matrimonial del papa para estrechar sus relaciones con Carlos V y Francisco I, respectivamente, y engrandecer así a la casa Farnesio, entroncándola con las dos principales dinastías de la cristiandad. Octavio contrajo matrimonio con la hija del emperador, Margarita de Austria, y es el padre de nuestro protagonista, Alejandro Farnesio (el tercer Alejandro de la saga tras su bisabuelo el papa Paulo III y su tío el cardenal), y nos ocuparemos de él más adelante. Por su parte, Orazio se casó con Diana de Francia, hija de Enrique II.74
Pier Luigi, siguiendo la tradición de la familia, se dedicó a la milicia, pero, contrario al papa Médici (Clemente VII), optó por unirse al ejército imperial. Participó con las tropas imperiales en il sacco de Roma de 1527, mientras su padre y su hermano se encontraban encerrados en el castillo de Sant’Angelo. Durante il sacco tuvo el gesto de salvar la vida y la hacienda de su maestro, Tranquilo Malosso, pero también, por su participación en él, fue excomulgado por el papa Clemente VII, aunque luego fue perdonado gracias a la intercesión de su padre. En 1528 fue con las tropas imperiales a la campaña de Nápoles, donde destacó en la defensa de Manfredonia, y además militó en la expedición imperial sobre Florencia.75
Pier Luigi se ganó fama de experto en fortificaciones, corajudo y audaz en el combate.76 Pero también era colérico y violento. Fue acusado de homosexualidad y se decía que había violentado al joven obispo de Fano, Cosimo Gheri, por su excesiva virtud.77 A pesar de ello, su padre, Paulo III, le nombró el 2 de febrero de 1537 Gonfaloniere Generale della Chiesa y le concedió el título de duque de Castro.78 Carlos V también le ennobleció con el título de marqués de Novara en 1538.79
No obstante los honores recibidos, su ambición no estaba colmada y ansiaba su propio Estado. En muchos aspectos, su conducta y la relación con su padre se asemejaban a la de César Borgia, duque de Valentino, con Alejandro VI.80
Tiziano pintó un magnífico retrato de Pier Luigi Farnesio que nos presenta a un caballero de aspecto fiero vestido con su armadura81 (ver lámina n.º 6). Su gran sueño era ser duque de Milán82 y, a tal efecto, el papa Paulo III ofreció al emperador que le cediera el Milanesado a cambio de dos millones de ducados de oro.83 El emperador no cedió, pues Milán era la puerta de Italia y clave para la conservación de Nápoles. Ante la negativa de Carlos V, Pier Luigi y el papa pusieron los ojos en el ducado de Parma y Piacenza.
Como explica María José Bertomeu,84 Parma y Piacenza habían formado parte del ducado de Milán hasta que pasaron al patrimonio de la Iglesia tras las revueltas que se produjeron en Italia con la entrada en ella de Carlos VIII de Francia en 1494. Entre 1500 y 1512, fueron ocupadas por los franceses, hasta que, tras la batalla de Rávena, el papa Julio II recuperó su posesión. A su muerte, Piacenza fue ocupada por el virrey de Nápoles, que las devolvió —también Parma— a Milán, pero, poco después, el duque de Milán las volvió a ceder a León X a cambio de sesenta mil ducados. Sin embargo, este perdió ambas ciudades a manos del rey de Francia, Francisco I. El 13 de octubre de 1515, con la paz de Viterbo, Parma y Piacenza volvieron a formar parte del ducado de Milán; pero el 8 de mayo de 1521, ambas ciudades se reintegraron a la Iglesia, pues esta fue la condición que puso León X para aliarse con Carlos V contra el rey de Francia. Así pues, se trataba de un territorio en permanente disputa entre Milán y la Iglesia.
A pesar de ello, Paulo III decidió el 19 de agosto de 1545 nombrar a su hijo Pier Luigi duque de Parma y Piacenza. La bula de investidura justificaba la creación del ducado en la dificultad de mantener el poder en un territorio que, después de la restitución de Módena y Reggio Emilia a los Este, estaba demasiado alejado del cuerpo de los Estados Pontificios. En la bula se imponían algunas condiciones: Pier Luigi debería pagar a la Santa Sede un canon anual de nueve mil ducados y prestar ayuda militar cuando fuera requerido. Además, debía restituir a la Iglesia sus feudos de Nepi y Camerino y perdía el ducado de Castro.85 Parma y Piacenza eran un trofeo mayor. En 1545, Piacenza tenía 26.800 habitantes, y su comarca, 97.663; Parma, 19.592, y su territorio, 97.12386 (en la lámina n.º 2 puede apreciarse su localización).
La separación de Parma y Piacenza de los territorios pontificios para cederlos al patrimonio personal de su hijo Pier Luigi Farnesio provocó gran indignación en Milán,87 y dio lugar a ácidos comentarios del cardenal Cesare Gonzaga:88 «Si é visto un Ducato spuntare in un sol giorno come un fungo» («se ha visto a un ducado crecer en un solo día como un hongo») o «I Farnese hanno scambiato un Camerino con due belle camere» («los Farnesio han cambiado un Camerino por dos bellos cuartos»), en alusión al trueque de Camerino por Parma y Piacenza. Sin embargo, como veremos, la reacción del gobernador, Ferrante Gonzaga, que reivindicaba estas ciudades como propias del ducado de Milán,89 fue mucho más allá de unos ingeniosos comentarios.
El nuevo duque de Parma, Pier Luigi Farnesio, se precipitó sobre sus territorios. En diciembre de 1545 eligió Piacenza como capital y fijó en ella su domicilio habitual. Su primer objetivo fue crear un poder centralizado, para lo que contó con personajes del calibre de Annibal Caro, traductor de la Eneida, a quien encargó los asuntos de la justicia. Instituyó una Secretaría y un Consejo de Estado, y formó un ejército pequeño, pero bien organizado.90
En sus reformas, Pier Luigi se encontró con la oposición de los señores feudales con los que conspiró el gobernador de Milán, Ferrante Gonzaga, para matarle. El 10 de septiembre de 1547, Pier Luigi Farnesio fue asesinado a puñaladas por Giovanni Anguissola y otros caballeros, y su cuerpo colgado del balcón del Castel Nuovo.91 Piacenza fue inmediatamente ocupada por el gobernador de Milán, llamado por los conjurados.92 Sin embargo, el hijo de Pier Luigi, Octavio Farnesio, retendría Parma,93 iniciándose así el conflicto por la posesión del ducado que duraría varios años y que afectó profundamente a las relaciones del emperador con el papa Paulo III y con su propio yerno, Octavio Farnesio.94
SU ABUELO, EL EMPERADOR CARLOS V
El nacimiento de su hija Margarita
Carlos de Habsburgo nació en Gante el 24 de febrero de 1500. Hijo de Felipe el Hermoso y de Juana de Castilla, recibió una importantísima herencia que le convirtió sucesivamente en duque de Borgoña, rey de Castilla y Aragón, y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.95
Pocos meses después de su coronación como emperador, a la vuelta del verano de 1521, el joven y fogoso Carlos V llegó a la localidad flamenca de Oudenaarde (Audenarde), situada a menos de treinta kilómetros al sur de Gante, donde se alojó en el castillo de su gobernador, Charles de Lalaing, barón de Montigny.96
Los biógrafos de Margarita, Steen97 y Márquez de la Plata,98 coinciden en que Carlos V llegó a Oudenaarde y permaneció allí con motivo del sitio de Tournai (localidad próxima), que tuvo lugar entre octubre y noviembre de 1521, año en el que la ciudad fue capturada a los franceses.99 Sin embargo, el biógrafo del emperador, Fernández Álvarez,100 explica su presencia en Oudenaarde porque fue en esa villa donde el 30 de noviembre de 1521 reunió al capítulo de la Orden del Toisón de Oro. Probablemente, dada la hiperactividad del emperador, ambas explicaciones sean ciertas, y aprovecharía su presencia en Oudenaarde, debido al sitio de Tournai, para convocar en esa localidad una reunión de la Orden del Toisón de Oro, a la que pertenecía desde los 9 años y a la que concedía gran importancia.101
Fue en Oudenaarde donde conoció a Juana van der Gheest, hija de un tapicero local, que estaba empleada como doncella al servicio de la baronesa de Montigny, con la que tuvo una ardiente relación. La joven Juana quedó embarazada del emperador, y meses después tuvo una hija que nació el 5 de julio de 1522.102
Por la fecha del parto, el embarazo debió de producirse a finales de septiembre o primeros de octubre de 1521, y el emperador permaneció en Oudenaarde hasta después de la reunión de la Orden del Toisón, que, como hemos señalado, tuvo lugar el 30 de noviembre de 1521.103 Al día siguiente, el 1 de diciembre de
1521, se produjo la muerte del papa León X, lo que reclamó la atención de Carlos V. En el cónclave que le siguió, y para gran satisfacción del emperador, su preceptor Adriano de Utrecht fue elegido papa. En 1522, Carlos V regresó a España.104
El emperador reconoció inmediatamente a su hija Margarita y es significativo que en su testamento la única referencia personal que hace es a esta:105
Por cuando estando en esas partes de Flandes, antes que me casase ni desposase, hube una hija natural que se llama Madama Margarita…
Sin embargo, Margarita no fue la única hija natural del emperador. Los biógrafos de Carlos V han encontrado pruebas documentales de que de sus relaciones con
Germana de Foix, en 1518, nació una hija, Isabel, a la que su madre dejó en su testamento su joya más preciada, un collar de 133 perlas gruesas, con estas palabras:106
A la serenísima doña Isabel, Infanta de Castilla, hija de su Majestad el Emperador…
Más o menos por la misma época en la que engendró a Margarita, tuvo otras dos hijas naturales. La primera, Juana de Austria, nacida de los amores con una joven de la clientela del conde de Nassau. Fue ingresada en el convento agustino de Madrigal de las Altas Torres a mediados de julio de 1522, aunque falleció muy pronto, en 1525.107 La segunda, llamada Tadea, hija de una italiana, Ursolina della Penna, conocida como «la bella di Perugia», que había llegado con su marido a la corte imperial en Bruselas en 1522, pero que enviudó pronto y encontró consuelo en los brazos del emperador.108
Todas estas relaciones del emperador son anteriores a su matrimonio con Isabel de Portugal, que tuvo lugar en Sevilla el 10 de marzo de 1526, y con la que tuvo cinco hijos.109 Isabel de Portugal falleció el 1 de mayo de 1539, a causa de un aborto, y, años después de su muerte, el emperador tuvo otro hijo natural, don Juan de Austria,110 nacido el 24 de febrero de 1547, fruto de su relación con la alemana Bárbara Blomberg cuando asistía a la Dieta Imperial en Ratisbona, el cual tendría una gran influencia, como veremos, en la vida de nuestro protagonista, Alejandro Farnesio.
La relación del emperador con Juana van der Gheest, la madre de Margarita, que a su vez sería la madre de Alejandro Farnesio, fue efímera y se limitó a los pocos meses que Carlos V permaneció en el castillo del barón de Montigny en Oudenaarde. Nunca más volvió a verla. Tras el nacimiento de Margarita le fue retirada la custodia de la niña, se le concedió una pequeña renta anual y se le buscó un marido apropiado, desposándola con Jean van der Dycke, noble, jurista y miembro del Tribunal de Cuentas de Brabante, con el que tuvo otros hijos.111
El emperador encomendó el cuidado de su hija Margarita a André Douvin, camarero de su hermano Fernando, con cuya familia vivió sus primeros años bajo la atenta supervisión de la tía del emperador y gobernadora de los Países Bajos, Margarita de Austria, cuya corte en Malinas frecuentaba la niña desde los 4 años.112 Al fallecimiento de la gobernadora, en 1530, cuando la niña tenía 8 años, quedó a cargo de la hermana del emperador, María de Hungría,113 que asumió la gobernación de los Países Bajos. La hija de Carlos V pasó a vivir con su tía María en el Palacio Real de Bruselas y siguió su educación bajo su cuidado.114
Margarita siempre fue tratada por sus tías Margarita y María como una verdadera princesa y fue educada como tal.115 De tez clara, bajita y delgada,116 de sus maestros aprendió francés, castellano, latín, pintura y música. Tocaba algunos instrumentos musicales, era una excelente amazona y le gustaba la caza.117 Desde muy niña, entraría en los planes del emperador en su política matrimonial en Italia para reforzar su dominio en aquellos Estados, cuestión a la que nos referimos a continuación.
Guerra en Italia
Italia se convertiría en el teatro de la guerra en Europa durante la tercera década del siglo XVI. En octubre de 1524, el rey Francisco I de Francia atravesó a la cabeza de sus huestes los pasos alpinos y llegó a Lombardía, donde ocupó la ciudad de Milán sin mucha oposición.118 Las tropas imperiales tuvieron que retroceder y Antonio de Leyva se refugió en Pavía. El ejército francés sitió la ciudad que estaba ocupada por cuatrocientos españoles y cinco mil lansquenetes alemanes.119 La resistencia de Leyva permitió la reorganización de las tropas imperiales y la llegada de refuerzos, enviados por Fernando, el hermano del emperador,120 y comandados por Frudsberg al frente de diez mil lansquenetes. El 6 de febrero de 1525, las tropas imperiales se aproximaron a Pavía desde el norte cogiendo al rey Francisco I entre dos fuegos.121 La batalla se produjo el 24 de febrero de 1525, día del vigésimo quinto cumpleaños del emperador, y el triunfo de las tropas imperiales fue rotundo. En ella, los soldados españoles capturaron al rey Francisco I, que se rindió al comandante del ejército imperial, Charles de Lannoy.122
Francisco I fue trasladado a Madrid, donde llegó en el verano de 1525,123 y encerrado en la Torre de los Lujanes.124 Durante su cautiverio se negoció el tratado de Madrid, por el cual Francisco I renunciaba a sus derechos sobre Nápoles y el Milanesado, a su soberanía sobre Flandes y Artois, y al ducado de Borgoña, que era lo que más le dolía. Tras la firma del tratado, el 14 de enero de
1526, fue puesto en libertad en marzo de ese mismo año, y su lugar fue ocupado por sus dos hijos en garantía de cumplimiento.125
Sin embargo, Francisco I consideró que el tratado de Madrid le había sido impuesto contra su voluntad y así se lo había transmitido a su delegado, el cardenal Tournon, el día anterior a su firma.126 Nada más regresar a Francia, a pesar del cautiverio de sus hijos, el 22 de mayo de 1526 creó la liga de Cognac con el papa, Clemente VII, el duque de Milán, Florencia y Venecia, en lo que constituyó la primera gran coalición contra los Habsburgo desde la elección del emperador. Sus objetivos eran arrojar a los españoles de Nápoles, recuperar el Milanesado y liberar a los hijos del rey francés.127
Carlos V se sintió ultrajado por la traición a su palabra del rey francés y, según la más fiel tradición caballeresca, retó a Francisco I a duelo. Sin embargo, el combate nunca llegó a celebrarse porque este último se negó a recibir al heraldo del emperador.128
La división de la cristiandad fue aprovechada por Solimán el Magnífico, que atacó Hungría. El 26 de agosto de 1526, en la batalla de Mohács,129 fue derrotado y encontró la muerte el rey Luis de Hungría, esposo de María, la hermana de Carlos V, que, viuda, regresaría a Bruselas y años después sucedería a su tía Margarita como gobernadora, haciéndose cargo, como hemos señalado, de la educación de su sobrina Margarita, la hija del emperador.
A pesar de la gran presión que la derrota de Mohács supuso para Fernando, este siguió preocupándose por el ejército italiano de su hermano el emperador, y envió de nuevo a Frudsberg al frente de sus lansquenetes.130 El duque de Borbón,131 que comandaba el ejército imperial así reforzado, lanzó una fuerte ofensiva, recuperó Milán y se encaminó hacia Roma. El 5 de mayo de 1527 las tropas imperiales llegaron a las puertas de la ciudad eterna, y al día siguiente la atacaron.132 El duque de Borbón cayó en el combate.133 Las tropas imperiales, mal pagadas y sin mando, saquearon la ciudad en lo que se conoce como il sacco di Roma.134 El papa y los cardenales se refugiaron en el castillo de Sant’Angelo135 y quedaron bajo la protección del emperador. De nuevo, como sucedió con el rey francés, Carlos tenía en su poder a uno de sus grandes rivales, pero en esta ocasión se trataba del sumo pontífice, lo que tornaba la cuestión en especialmente delicada para el emperador, baluarte de la cristiandad. Tras las correspondientes negociaciones, el 6 de diciembre se liberó Sant’Angelo y Clemente VII se refugió en la formidable posición defensiva de Orvieto.136
No obstante, ello no puso fin a las hostilidades con Francia, que continuó en su guerra contra el emperador, y puso a Nápoles como objetivo. Por su parte, Carlos V, en una hábil maniobra política, logró que el almirante genovés Andrea Doria, cuya flota bloqueaba el puerto de la ciudad, se pasara al bando imperial.137 Esta acción supuso un giro de los acontecimientos y los franceses se vieron obligados a poner fin al asedio.138 Posteriormente, la derrota del ejército francés, mandado por el conde de Saint-Pol, a manos de Antonio de Leyva en la batalla de Landriano en 1529,139 dio paso a las conversaciones de paz.
Por una parte, Gattinara, De Praet y Granvela, en nombre del emperador; y, por otra, el nuncio papal, el obispo de Vaison, mayordomo de Clemente VII, negociaron el tratado de Barcelona, que se firmó el 29 de junio de 1529,140 coincidiendo con la estancia de Carlos V en la ciudad antes de emprender viaje a Italia.141 A consecuencia de este tratado, el papa legitimó a Margarita, hija del emperador, y, aunque solo tenía siete años, se acordó su matrimonio con Alejandro de Médici, que por entonces tenía diecinueve. El emperador también se comprometió a restituir la ciudad de Florencia a la familia Médici del papa Clemente VII.142
Por otra parte, se iniciaron las conversaciones de paz con Francia entre Margarita de Austria, tía del emperador, y Luisa de Saboya, madre de Francisco I, en lo que se ha dado en llamar «la paz de las damas», firmada en Cambrai el 3 de agosto de 1529. En esencia, esta paz de las damas venía a ratificar lo estipulado en el tratado de Madrid, con la excepción de que Carlos V renunciaba a sus pretensiones sobre el ducado de Borgoña, que había sido el gran obstáculo para su aceptación por Francisco I, que accedía a que todo se ratificase con una alianza matrimonial con Leonor, hermana del emperador, la cual se convertiría así en reina de Francia. Los dos hijos del rey francés fueron liberados a cambio del pago de un rescate de dos millones de escudos.143
Con ello, quedaba expedito el viaje de Carlos V a Italia para su proclamación formal como emperador. El 28 de julio de 1529 salió de Barcelona y desembarcó el 12 de agosto en Génova para dirigirse a Piacenza, donde se encontraría con Leyva y sus tercios, y en la que permanecería casi todo el mes de octubre.144
Estando en Piacenza le llegó la grata noticia de que Solimán el Magnífico había levantado el asedio de Viena y se retiraba a Constantinopla.145 Con esta albricia, el 5 de noviembre de 1529 hizo su entrada triunfal en Bolonia, donde debía encontrarse con el papa Clemente VII y ser coronado emperador.146
La fecha de la coronación se fijó para el 24 de febrero de 1530 por el deseo del emperador de hacerla coincidir con su trigésimo cumpleaños,147 por lo que, durante casi cuatro meses, Clemente VII y el emperador pudieron negociar la pacificación de Italia.148
Por fin, con gran solemnidad, se procedió a la coronación imperial, pasando así de emperador electo a consagrado, con facultad de promover en vida la elección de su sucesor con el título de Rey de Romanos.149 Primero, el 22 de febrero, se le impuso la corona lombarda, y dos días después, en la fecha prevista, 24 de febrero, la corona imperial. Fernández Álvarez150 relata así el magno acontecimiento en el que curiosamente el cardenal Farnesio (futuro Paulo III) tuvo un destacado papel:
Ungido con el óleo consagrado por el cardenal Farnesio, Carlos fue recibiendo después, de manos del Papa, los símbolos de su poder: la espada, el globo, el cetro y, finalmente, la corona imperial. Una consagración que fue seguida desde el exterior por el pueblo mientras sonaban trompetas y hacían su salva los cañones…
Y concluye:
Era el gran día del Emperador, el de su triunfo.
El matrimonio de Margarita con Alejandro de Médici
El papa Clemente VII, Julio de Médici, había nacido en Florencia el 26 de mayo de 1478 y era hijo de Juliano de Médici y sobrino de Lorenzo el Magnífico (1449-1492), el gran mecenas bajo cuyo gobierno Florencia alcanzó sus mayores cotas de esplendor.151 El 26 de abril de 1478, durante la misa solemne de la catedral, el padre del futuro papa, Juliano de Médici, fue apuñalado diecinueve veces y falleció en la llamada «conjura de los Pazzi», una familia de banqueros rivales, a la que sobrevivió su hermano Lorenzo, que se hizo cargo de su sobrino y le educó como si fuera su propio hijo.152
El dominico Girolamo Savonarola (1452-1498) hizo de Lorenzo el Magnífico y de su hijo Piero, que le sucedió, blanco de sus críticas contra el lujo, la depravación de los poderosos y la corrupción de la Iglesia católica. Tras la invasión del rey francés Carlos VIII, los gobernantes de la familia Médici fueron expulsados de Florencia,153 y Savonarola se hizo el amo de la ciudad desatando una ola de intolerancia y persecución, arrojando a la hoguera de las vanidades, que ardía en la plaza principal de la ciudad, los objetos de lujo, cosméticos y libros licenciosos. Savonarola también atacó con dureza al papa Alejandro VI, Rodrigo Borgia, quien le expulsó de la Iglesia. El 7 de abril de 1498, falleció Carlos VIII de Francia, el protector de Savonarola. Este fue arrestado por orden del papa y ejecutado el 23 de mayo.154
Después de la muerte de Savonarola, la República de Florencia, tras un breve período bajo la protección de César Borgia, se mantuvo bajo la dirección de Piero Soderini y en ella tuvo un relevante papel Nicolás Maquiavelo. En 1512, un ejército español restauró a los Médici en el poder en Florencia y en 1513, Giovanni de Médici, hijo de Lorenzo el Magnífico, fue proclamado papa, con el nombre de León X, lo que consolidó el poder de la familia. Una de sus primeras decisiones, el 23 de septiembre de 1513, fue la de nombrar cardenal a su primo Julio de Médici y, más tarde, en 1514, le hizo arzobispo de Florencia. Tras el breve interregno (1522-1523) de Adriano VI (Adriano de Utrecht), Julio de Médici (Clemente VII) fue elegido papa el 19 de noviembre de 1523, dando continuidad al dominio de los Médici en Roma y Florencia.155
Sin embargo, aprovechando il sacco di Roma que protagonizaron las tropas imperiales en 1527 (al que ya nos hemos referido), y la consiguiente prisión del papa y su salida de Roma, los rebeldes de Florencia volvieron a expulsar a los Médici de la ciudad y proclamaron nuevamente la República.156 Ello supuso que la cuestión de Florencia se convirtiera en un asunto capital en las conversaciones de paz entre el papa Clemente VII y el emperador, que cristalizaron en el tratado de Barcelona de 1529 y en las conversaciones de Bolonia previas a su coronación como emperador.157
Como consecuencia de los acuerdos entre el papa y el emperador, un ejército imperial, comandado por Filiberto de Chalôns, príncipe de Orange, y del que formaba parte Pier Luigi Farnesio, puso sitio a Florencia en el otoño de 1529. Tras diez meses de asedio, el 3 de agosto de 1530, se libró la batalla de Gaviana, en un intento de los florentinos, comandados por Francesco Ferruccio, de romper el cerco. En dicha batalla murieron tanto Ferruccio como el príncipe de Orange, pero las tropas de Florencia fueron derrotadas y la ciudad capituló el 10 de agosto,158 con la restauración de los Médici en la figura de Alejandro de Médici.
Alejandro de Médici, llamado «el Moro» por su cabello moreno y tez oscura (ver su magnífico retrato por Bronzino en la lámina n.º 7), había nacido en Florencia el 22 de julio de 1510. Existen dudas sobre su paternidad, puesto que unos consideran que era hijo de Lorenzo II de Médici, nieto de Lorenzo el Magnífico, que había regido la ciudad entre 1516 y 1519; y otros, por el contrario, creen que era hijo natural del propio papa, Clemente VII. Su madre era una sirvienta de nombre Simonetta Collavechio.159
En cualquier caso, es indicativo de su filiación que fuera el propio papa Clemente VII quien impusiera el nombramiento de Alejandro de Médici como duque de Florencia el 5 de julio de 1531, reconocido por el emperador nueve meses después, y a quien promoviera para afianzar su poder en Florencia al casarle con la hija del emperador, Margarita.
Como ya hemos señalado, el matrimonio entre Alejandro y Margarita160 fue concertado por los representantes del papa y del emperador en el tratado de Barcelona, tras el cual el sumo pontífice legitimó a Margarita como hija del emperador, y confirmado en la entrevista de Bolonia entre Clemente VII y Carlos V, en la que el primero presentó al segundo a su «sobrino» Alejandro de Médici.161
En enero de 1531, el papa envió a Alejandro de Médici a Bruselas, donde visitó a su prometida Margarita, que entonces tenía 8 años, en lo que sería el primer encuentro entre los futuros esposos.162 Dos años después, el 7 de enero de 1533, Margarita inició su viaje a Italia163 junto con un imponente cortejo nupcial que proclamaba la importancia de la niña-novia y también acompañada del obispo de Tournai, el conde de Ligne y otros muchos nobles, André Douvin como chambelán y de una escolta militar de ciento cincuenta caballeros al mando de Philippe de Croy.164 Durante el viaje, que duró cuatro meses, visitó a su tío Fernando en Innsbruck; pasó por Florencia, donde se encontró con su prometido; por Roma, donde vio al papa; y llegó finalmente a Nápoles, donde habría de residir hasta su matrimonio.165
Allí, Margarita se alojó en el castillo Pizzofalcone bajo la supervisión de madame de Lannoy166 y recibió la visita de su padre, el emperador, en noviembre de 1535 a su regreso triunfal de Túnez.167 Por entonces, había fallecido el papa Clemente VII y le había sucedido el cardenal Alejandro Farnesio, con el nombre de Paulo III. Sin embargo, Carlos V mantuvo el compromiso asumido con su antecesor para el matrimonio entre Margarita y Alejandro de Médici.168
En mayo de 1536, Margarita salió de Nápoles por mar protegida por las galeras imperiales, continuó luego su viaje por tierra, escoltada por Giorgio Vasari, y llegó a Florencia el 31 de mayo. El 13 de junio de 1536 se celebró la boda en la iglesia de San Lorenzo.169 Sin embargo, el matrimonio no se consumó, según las órdenes de Carlos V a madame de Lannoy,170 puesto que Margarita era aún muy niña (apenas 13 años de edad) y el emperador había impuesto como condición a Alejandro de Médici que el matrimonio no se consumara antes de seis meses.171
Su nuevo esposo, Alejandro de Médici, era un sujeto bestial que llevaba una vida licenciosa, se comportaba como un odioso tirano y tenía aterrorizados a sus súbditos, hasta el punto de haber sido llamado «el Nerón del Renacimiento».172
Trataba con cortesía a Margarita únicamente por temor al emperador,173 y tenía una amante —Taddea Malaspina—, con la que tuvo dos hijos.174
Pocos meses después, el 6 de enero de 1537, Alejandro de Médici fue asesinado por su primo Lorenzaccio de Médici, que huyó a Venecia, donde en 1548 encontraría la muerte apuñalado por sicarios al servicio de Florencia.175 A Alejandro de Médici le sucedió su primo, Cosme I de Médici (1519-1574), bisnieto de Lorenzo el Magnífico.
Margarita (ver en la lámina n.º 8 su retrato por Antonio Moro) quedó viuda, pues, a los 14 años176 y entró de nuevo en los planes matrimoniales de su padre, el emperador, en el marco de su política italiana.
SUS PADRES: OCTAVIO FARNESIO Y MARGARITA DE AUSTRIA
Las relaciones entre Paulo III y Carlos V
Después del pontificado de Clemente VII, el emperador puso grandes esperanzas en el nuevo papa, Paulo III (el cardenal Alejandro Farnesio), confiando en poder alcanzar soluciones aceptables a los problemas que se cernían sobre Europa.177
Carlos V había conocido al papa cuando era cardenal, durante su propia coronación en Bolonia, en la que el purpurado había consagrado el óleo con el que había sido ungido el emperador. Su primer encuentro una vez proclamado papa se produjo en 1536 al regreso victorioso de Carlos V de su expedición a Túnez. El día 5 de abril, el emperador hizo su entrada triunfal en la Ciudad Eterna,178 uno de los momentos cumbre del reinado de Carlos V. Abrían la marcha cuatro mil veteranos de la campaña de Túnez, seguidos de una representación de la caballería formada por quinientos jinetes y, a continuación, la nobleza romana y los embajadores acreditados en la ciudad. En la plaza de San Pedro, aguardaba Paulo III a Carlos V, entró con él en la basílica y asistieron conjuntamente a un servicio religioso.179
Al día siguiente tuvo lugar la primera entrevista entre el papa y el emperador, en la que este le presentó todas las quejas que tenía contra el rey de Francia, Francisco I, lo que haría después públicamente en un largo discurso en español que pronunció el 17 de abril ante el propio papa, el colegio cardenalicio y los embajadores en Roma. Con esta actuación, Carlos V quiso forzar a Paulo III a que tomara partido por él frente a Francisco I, pero no lo logró y el sumo pontífice mantuvo su posición de neutralidad entre los dos monarcas.180
Paulo III quiso mediar entre los dos rivales y les convocó a un encuentro en Niza en la primavera de 1538, en el que acordaron una tregua por diez años.181
Tras el encuentro de Niza, el emperador acompañó al papa hasta Génova,182 y en las conversaciones que mantuvieron acordaron el matrimonio de la hija del emperador, Margarita, que había quedado viuda tras el asesinato de Alejandro de Médici, con el nieto del papa, Octavio Farnesio, hijo de Pier Luigi.183 Para el emperador era una forma de estrechar sus relaciones con el papa, mientras que para este suponía robustecer la posición de su familia al vincularla a la del emperador.184
El emperador y el papa Paulo III se entrevistarían personalmente en dos ocasiones más, en las que la convocatoria del concilio de Trento ocupó un lugar destacado en la agenda: en Lucca, en 1541, con motivo de la expedición del emperador a Argel, y en Busseto en 1543.185 Llama la atención que en una época en la que los viajes resultaban especialmente dificultosos, el emperador y el papa, ya septuagenario, se reunieran hasta en cuatro ocasiones.186 Sin embargo, a partir de 1547, a raíz del conflicto de Parma y Piacenza, y de las actuaciones de uno y otro que le siguieron (de las que hablaremos posteriormente), y a pesar del matrimonio entre Octavio y Margarita, las relaciones entre el papa Paulo III y el emperador se deterioraron significativamente.
La boda entre Octavio y Margarita
Tras el asesinato de Alejandro de Médici, el emperador ordenó que su hija Margarita saliera de Florencia y se instalara primero en Pisa y luego en Prato, y envió a Lope Hurtado de Mendoza y a su mujer, Margarita de Rojas, para que se hicieran cargo de ella.187
Cuando Margarita tuvo conocimiento de los planes de su padre para desposarla con Octavio Farnesio (ver en la lámina n.º 9 su retrato pintado por Giulio Campi), se opuso vehementemente a ello. Se había enamorado de Cosme I de Médici, sucesor de Alejandro de Médici. Cosme pidió al emperador la mano de Margarita,188 pero este, insensible a los deseos de su hija y con el único propósito de reforzar su alianza con el papa Paulo III, lo rechazó y acordó el matrimonio con Octavio Farnesio.189 El 27 de febrero de 1537 tuvo lugar una reunión del Consejo de Estado en Valladolid en presencia del emperador en la que se debatió la conveniencia de este enlace y se concluyó apropiado porque la familia Farnesio era aún más antigua y noble que la familia Médici.190
Margarita, entonces con 16 años, no quería contraer matrimonio con un adolescente que aún no había cumplido los 14.191 A pesar de ello, Margarita tuvo que plegarse a los deseos de su padre y el 17 de julio de 1538 le escribió desde Prato diciéndole que había hablado con el marqués de Aguilar y con Lope Hurtado sobre su matrimonio y que haría lo que se le ordenara.192 El 1 de octubre le manifestó su disposición para partir cuando se le mandara,193 y el día 8 salió hacia Siena194 camino de Roma. Margarita quería llevarse con ella a Julio, hijo de su primer marido el duque Alejandro de Médici, pues se había encariñado del niño, pero tuvo que desistir de su propósito y el muchacho regresó a Florencia.195
El contrato de esponsales se firmó en Roma el 12 de octubre de 1538 por don Juan Fernández Manrique, marqués de Aguilar, embajador del emperador, en nombre de Margarita, y por Pier Luigi Farnesio, duque de Castro y su hijo Octavio.196 El enlace tuvo lugar en la Capilla Sixtina el día 4 de noviembre siguiente (la boda entre Octavio y Margarita se representa en un magnífico fresco obra de Federico Zuccari en el palacio Farnesio de Caprarola).197 Según relata Márquez de la Plata,198 «cuando ante el altar, el Papa preguntó a Margarita, como era de rigor, si consentía en tomar por esposo a Octavio, ella no respondió, pero este silencio fue cubierto por los coros de la capilla».
Margarita se resistió a consumar el matrimonio,199 aunque según relatan las crónicas, el 30 de diciembre se produjo un intento frustrado de consumación.200
La delicada situación de la pareja fue pronto de dominio público.201
Margarita escribió a su padre para pedirle que anulara su matrimonio con Octavio, y el papa Paulo III envió a un emisario al emperador para trasladarle sus quejas por el comportamiento de Margarita con Octavio.202 Carlos V mandó a Jean D’Andelot desde Flandes con una orden personal para Margarita para que accediera a sus deseos y aceptara a Octavio. Al mismo tiempo, el papa la cortejaba con regalos y atenciones.203
Margarita se mantuvo firme en su posición y, en 1541, el emperador se llevó con él a Argel a su yerno Octavio Farnesio. Pero el fracaso de la expedición, en la que estuvieron a punto de perecer el emperador y Octavio, y los nuevos requerimientos de su padre, que se entrevistó con ella dos veces en 1543, primero en Pavía y después en Busseto,204 con motivo de su encuentro con Paulo III, ablandaron el corazón de Margarita. Así, tras el regreso de Octavio de sus campañas militares con el emperador en Argel y, posteriormente, en los Países Bajos en 1543,205 le vio con otros ojos y aceptó compartir su lecho con él.206
Para gran satisfacción de todos, Margarita se quedó embarazada de gemelos (Alejandro y Carlo), que, como hemos señalado, nacieron el 27 de agosto de 1545 en Roma. Sin embargo, las relaciones entre el papa y el emperador pronto se complicarían en proporciones inimaginables afectando directamente a Octavio y Margarita, que se vieron envueltos sin quererlo en el conflicto surgido entre sus ascendientes.
LA LUCHA DE SU PADRE, OCTAVIO FARNESIO, POR EL CONTROL DE PARMA
El conflicto entre el papa y el emperador
En la última entrevista entre el papa y el emperador en Busseto en 1543, aquel le expuso los planes para la cesión de Parma y Piacenza a su hijo Pier Luigi, planes que fueron mal recibidos por el emperador.207 En 1545, estando el emperador en Worms, el papa envió a su nieto, el cardenal Alejandro Farnesio, hijo de Pier Luigi, con el mismo propósito.208 El emperador le planteó entonces su deseo de iniciar una campaña contra los protestantes de la liga de Esmalcalda,209 para lo que solicitó ayuda al sumo pontífice, iniciando unas negociaciones secretas.210
A su regreso a Roma, el cardenal Farnesio informó a su abuelo el papa, que aceptó conceder al emperador una contribución económica de doscientos mil ducados y una ayuda militar de doce mil infantes y quinientos caballos ligeros, pagados por cuatro meses, pero no guardó el secreto solicitado, de lo que Carlos V se lamentaría posteriormente.211 El cardenal Farnesio fue designado legado y su hermano Octavio Farnesio, yerno del emperador, comandante de las tropas pontificias.212
Presumiblemente, y como contrapartida, el emperador tuvo que consentir de mala gana a la cesión del ducado de Parma y Piacenza a Pier Luigi Farnesio,213 hijo de Paulo III, lo que, como hemos visto, se produciría poco después, el 15 de agosto de 1545. Asimismo, el emperador concedió la insignia del Toisón de Oro a su yerno Octavio Farnesio en el capítulo de la Orden que se celebró en Utrecht el 15 de enero de 1546214 y se la impuso personalmente el 13 de agosto cuando Octavio llegó al campamento imperial.215
La guerra contra la liga de Esmalcalda tendría dos fases: la campaña del Danubio, en el verano y otoño de 1546; y la del Elba, en la primavera de 1547. A mediados de agosto de 1546, Carlos V había recibido los refuerzos de las tropas pontificias y españolas.216 Aun así, su principal objetivo era enlazar con las fuerzas que le mandaba su hermana María desde los Países Bajos, comandadas por el conde de Buren, que finalmente alcanzó al ejército imperial el 15 de septiembre. Con su llegada, el ejército imperial reunía a más de cuarenta y cuatro mil infantes y siete mil caballeros.217 Tras una serie de maniobras ordenadas por el duque de Alba, lugarteniente del emperador, el ejército imperial fue avanzando y consolidando su posición sobre la línea del Danubio, haciendo huir a los de la liga hasta en cuatro ocasiones, aunque sin llegar a derrotarles en una batalla campal.218
Sin embargo, el 18 de octubre, el cardenal Farnesio fue llamado a Roma y el 24 de enero de 1547, transcurridos los cuatro meses inicialmente comprometidos, sus soldados abandonaron el ejército imperial,219 lo que dejó al emperador solo ante la decisiva campaña que se avecinaba.220 A pesar de este abandono del pontífice en el momento clave de su lucha contra los protestantes —que el emperador no olvidaría—,221 Carlos V siguió adelante con sus planes de campaña, para lo que contaba con un ejército más reducido formado por unos diecisiete mil hombres de infantería y cinco mil jinetes, con los que logró una gran victoria sobre la liga de Esmalcalda en la batalla de Mühlberg el 24 de abril de 1547, que inmortalizaría Tiziano (lámina n.º 10), y en la que quedó deshecho el ejército protestante, y en buena parte prisionero, incluido el propio elector de Sajonia, con escasísimas bajas por parte del ejército imperial.222
Poco después el papa Paulo III daría un nuevo disgusto al emperador al trasladar el concilio de Trento, ciudad imperial, a Bolonia, ciudad papal, con la excusa de una epidemia que afectaba a Trento.223 Ello supuso un duro golpe para el concilio, por el que tanto había luchado el emperador, pues muchos de los participantes alemanes se negaron a trasladarse a Bolonia. El concilio fue suspendido al año siguiente y no se reanudaría hasta el próximo pontificado, pero se perdió la oportunidad para la que fue convocado originalmente: la unificación doctrinal de la cristiandad.224
El emperador, en la carta que escribió a su hijo Felipe en 1548, mostraría su resentimiento hacia Paulo III por estos hechos:
Y cuanto al Papa presente, Paulo III, ya sabéis como se ha habido conmigo y señaladamente como mal ha cumplido lo capitulado para esta última guerra y dexándome en ella y la poca voluntad que ha mostrado y muestra a las cosas públicas de la cristiandad, y especialmente en lo de la celebración del Concilio.225
La venganza del emperador no se hizo esperar y se produjo donde más podía dolerle al papa: en Parma y Piacenza, los ducados que Paulo III había concedido a su hijo Pier Luigi en agosto de 1545 y cuya cesión el emperador había consentido a cambio del apoyo del papa en su lucha contra la liga de Esmalcalda. El emperador consideró que la retirada de las tropas pontificias tras la campaña de 1546 le liberaba del pacto y consintió a los deseos de Ferrante Gonzaga de recuperar Parma y Piacenza para Milán.
María José Bertomeu,226 que ha realizado una exhaustiva investigación sobre los hechos de Parma, afirma que «se deduce de manera muy clara que la idea de la conjura y la entrada en Piacenza así como toda la planificación para llevarla a cabo nacen de la mente de Ferrante Gonzaga (gobernador de Milán) quien durante varios meses, entre febrero y septiembre de 1547, fue perfilando el plan final en su correspondencia con el Emperador».
Ferrante Gonzaga era un hombre de absoluta confianza del emperador. Hijo pequeño de la casa Gonzaga de Mantua, ascendida de marquesado a ducado por Carlos V, fue nombrado virrey de Sicilia en otoño de 1535, cargo que ejerció durante más de una década. En 1547, tras el fallecimiento del marqués del Vasto, el emperador le nombró gobernador de Milán.227
La reintegración de Parma y Piacenza a Milán era una vieja pretensión milanesa. Según señala Rodríguez Salgado, «el recuerdo de la importante contribución económica que habían realizado, aproximadamente una quinta parte de los ingresos del Estado en 1463, hacía imperativo recuperarlos, ya que el emperador desangraba permanentemente a Milán para financiar sus constantes guerras».228
El impulso último que movió al emperador y a Ferrante Gonzaga a recuperar las dos ciudades fue la fallida conjura de Gian Luigi Fieschi contra Andrea Doria en Génova, la cual tuvo lugar el 2 de enero de 1547. La certeza de que dicha conjura, aunque fracasada, había sido instigada por Pier Luigi Farnesio, evidenció que su presencia en el norte de Italia era un peligro para los intereses imperiales. La noticia de que Pier Luigi Farnesio había comenzado a construir un castillo que pretendía tener acabado en octubre aceleró sus propósitos.229
El 13 de junio de 1547, Gonzaga escribía al emperador explicando el plan que había concebido, que en esencia consistía en la entrada de los nobles para capturar al duque, ocupar la ciudadela y ofrecérsela al emperador. El 28 de junio, el emperador aprobó el plan de Gonzaga, aunque le pedía —lo cual es muy relevante a la vista de los acontecimientos posteriores— que Pier Luigi no sufriera daño alguno.230
La correspondencia entre Gonzaga y el emperador continuó durante julio y agosto para perfilar los detalles del plan a medida que se concretaban las condiciones con los nobles conjurados de Piacenza. Por ello, el 20 de agosto, Gonzaga escribió a Nicolas Perrenot231 para informarle de que, a pesar de que estaban ansiosos de poner en marcha el plan, los conjurados esperarían a que Octavio Farnesio se hubiera ido de Piacenza, tal y como le había ordenado el emperador —otro detalle significativo—, lo que pensaba que sucedería a principios de septiembre, y rogaba que se lo comunicara a Carlos V.232
Efectivamente, Octavio Farnesio salió de Piacenza a primeros de septiembre y la conjura se produjo el día 10 de ese mismo mes. Por tanto, no cabe duda de que el objetivo del emperador era recuperar Parma y Piacenza, manteniendo a su yerno Octavio al margen y sin que Pier Luigi sufriera daño.
Sin embargo, los acontecimientos no salieron como habían sido previstos por el emperador,233 pues los conjurados apuñalaron a Pier Luigi y lo colgaron en una ventana cabeza abajo. Una vez muerto el duque, los piacentinos pidieron socorro a las tropas imperiales, que entraron en la ciudad el 12 de septiembre.234
Octavio, por su parte, se hizo fuerte en Parma235 e inició su propia guerra en defensa del ducado del que se había convertido en heredero tras la muerte de su padre, Pier Luigi Farnesio.
La guerra de Octavio
El asesinato de Pier Luigi Farnesio desencadenó un conflicto que había de durar nueve años y que enfrentó a Octavio Farnesio con su suegro —el emperador— e incluso con el papa.
Como hemos señalado, tras la muerte de Pier Luigi, los conjurados convocaron la asamblea en la ciudad y propusieron la entrega de Piacenza a los imperiales, y Ferrante Gonzaga la ocupó al día siguiente. Sin embargo, Parma se mantuvo fiel a los Farnesio, y el día 21 de septiembre Octavio fue proclamado duque en la catedral.236 Pero su abuelo, el papa Paulo III, temeroso de que Octavio no pudiera resistir y Parma cayera también en manos imperiales, le desposeyó del ducado recuperándolo para la Iglesia, otorgándole el de Camerino para compensarle, y ordenó al gobernador general de la Iglesia, Camilo Orsini, que ocupara la ciudad de Parma y a Octavio que renunciara al poder.237
Camilo Orsini se hizo cargo de Parma, pero Octavio se negó a renunciar al ducado y se refugió en el castillo de Torrechiara. El papa le conminó para que regresara a Roma, pero este se negó y le envió una dura carta que causó un arrebato de cólera al pontífice.238
Mientras tanto, en Roma, su hermano, el cardenal Alejandro Farnesio, que
desempeñó un importante papel durante toda la crisis, y su esposa, Margarita de Austria, intercedieron por Octavio ante su abuelo, Paulo III, insistiendo en que le restituyera el ducado de Parma. Con el papa moribundo, después de la apoplejía que sufrió a consecuencia de la rebelión de Octavio a sus órdenes, Margarita le visitó por última vez acompañada del joven Alejandro, por entonces con 4 años, con el propósito de conmover al anciano a favor de su nieto Octavio y de su heredero. Las súplicas de Margarita y de su enviado, el cardenal Farnesio, dieron su fruto e, in articulo mortis, el papa firmó un breve en el que restituía a Octavio el ducado de Parma.239
Después del fallecimiento de Paulo III, el 10 de noviembre de 1549, el cardenal Farnesio, sobre la base del breve firmado por su abuelo, ordenó a Camilo Orsini que entregara Parma a su hermano, pero este se negó.240 Se reunió entonces el cónclave para elegir al sucesor de Paulo III, en el que el cardenal Farnesio tuvo un papel fundamental, puesto que, apoyado por los cardenales nombrados por su abuelo, logró que el cardenal Giovanni María del Monte fuera elegido papa, con el nombre de Julio III.241 El colegio cardenalicio también acordó la restitución de Parma a Octavio, pero Camilo Orsini exigió que la orden fuera confirmada por el nuevo sumo pontífice, lo que hizo Julio III agradecido por el favor del cardenal Alejandro.242
Octavio hizo su entrada en Parma con unos mil hombres y tomó posesión de la ciudad el 25 de febrero de 1550,243 y Margarita, con su hijo Alejandro, lo hizo pocos meses después, el 2 de julio.244 Sin embargo, el conflicto estaba lejos de terminar, pues las tropas imperiales retenían Piacenza.245 El ducado estaba dividido y la lucha por el control seguía abierta.
Ante esta situación, cada una de las partes buscó aliados. El emperador presionó al nuevo pontífice para que retirara el apoyo a Octavio246 y este, con la ayuda de su hermano Orazio,247 casado con Diana de Francia, inició conversaciones con el rey de Francia, Enrique II, hijo de Francisco I, al que había sucedido en el trono, y enemigo tradicional del emperador. El 27 de mayo de 1551, Octavio formalizó su alianza con el rey francés, que se comprometió a ayudarle en la defensa de Parma con un ejército de dos mil infantes y doscientos caballeros y un subsidio anual de doce mil escudos de oro.248
El tratado defensivo firmado por Octavio con Francia desencadenó las hostilidades. El papa le desposeyó de su título de duque de Parma y le ordenó la restitución de la ciudad a la Iglesia.249 Un ejército conjunto del papa y el emperador, mandado por Ferrante Gonzaga y formado por veinte mil hombres, tomó Noceto y el 13 de junio de 1551 sitió Parma.250 Por su parte Octavio Farnesio, a través de un secretario suyo en Venecia, devolvió el Toisón de Oro que le había concedido el emperador, hecho del que no había precedentes y que era la mayor afrenta que podía hacerle, simbolizando así la ruptura total de relaciones con su suegro.251
Octavio, con la ayuda del ingeniero Francesco Marchi,252 reforzó las defensas de la ciudad y ordenó salir a muchos habitantes inútiles para ella y que suponían bocas que alimentar.253 Se dio la paradójica situación de que un ejército del emperador sitiaba una ciudad en cuyo interior se encontraban su hija y su nieto. El emperador ordenó también el secuestro de todas las rentas de Margarita para que Octavio no se beneficiara de ellas, y escribió a su hija encareciéndola para que abandonara a su esposo y se instalara con su hijo en cualquiera de las posesiones del imperio. Margarita se encontró ante el más grave conflicto de su existencia: el debate entre la lealtad a su esposo o a su padre. A pesar de todas las dificultades habidas en su relación con Octavio, seguramente velando por los intereses de su hijo Alejandro, Margarita resolvió permanecer en Parma con su marido y su hijo y defender el ducado.254 Margarita escribió el 15 de diciembre una carta dramática a su padre pidiéndole que levantara el embargo de sus rentas porque no tenía otra forma de vivir, ya que el duque de Florencia también había dejado de pagarle lo que le correspondía de su difunto esposo, Alejandro de Medici, y rogándole encarecidamente que atendiera a su necesidad para no verse forzada, por no morir de hambre, a pedir ayuda a otros (se refiere implícitamente al rey de Francia).255
El 29 de abril de 1552, ante el bloqueo de la situación militar, Julio III firmó una tregua bilateral de dos años con el rey de Francia, y el 10 de mayo Carlos V, muy a su pesar, tuvo que adherirse a ella.256 Finalmente, el 12 de mayo, se firmó la paz entre Octavio y el papa.257 Cinco años después del asesinato de su padre, Octavio había salvado Parma, pero seguía sin recuperar Piacenza.
Al año siguiente (1553), Enrique II de Francia pidió a Octavio Farnesio que enviara a su hijo Alejandro a la corte francesa, a lo que Octavio se negó.258 A primeros de 1554, Octavio, acompañado del conde de la Mirandola, viajó a Francia.259 Sin embargo, las diferencias entre Octavio y los franceses se acentuaron por la falta de pago de la ayuda económica comprometida debido a la difícil situación económica del rey francés.260 En estas circunstancias, su hermano, el cardenal Farnesio, inició en 1555 gestiones secretas para que tanto él como Octavio Farnesio y su familia recuperaran el favor del emperador.261
El 25 de octubre de 1555, Carlos V pronunció su discurso de abdicación en Bruselas.262 Dejó la corona de España y los Países Bajos263 a su hijo Felipe, a quien cedió también el ducado de Milán. En agosto de 1556 abdicaría la corona imperial a favor de su hermano Fernando (aunque los electores no aceptaron formalmente su renuncia hasta el 24 de febrero de 1558) y se retiraría a Yuste.264 Pero la cuestión de Piacenza seguía estando presente en el ánimo del emperador, y en su testamento se refería expresamente a ella en los siguientes términos:265
Y deseamos que en esto en Plasencia [Piacenza] se aclare la verdad y se haga lo que fuere de justicia, ordenamos y mandamos y así afectuosamente lo encargamos al dicho Serenísimo príncipe Don Felipe, nuestro hijo que si al tiempo de nuestro fallecimiento no estuviere determinado y dado asiento en lo que toca a dicha ciudad de Plasencia y sus pertenencias, que con la mayor brevedad que se pueda se averigüe, determine y declare lo que se debe de hacer de justicia. Y siendo conforme a ella determinado que Nos no la podemos retener ni dexar a nuestros sucesores, ni pertenece al dicho Estado de Milán, se haga luego della restitución llanamente a la Iglesia romana y sus ministros, en su nombre y no a otra persona particular alguna, por conjunta que sea a Nos, haciendo de en esto el recado que conviene, con la solemnidad que se requiere.
Felipe II, sin embargo, no esperaría al fallecimiento de su padre para resolver la cuestión de Parma y Piacenza.266 A los pocos meses de su proclamación como rey, enfrentado al papa Carafa (Paulo IV) y necesitado de aliados en Italia,267 se reunió en secreto con Octavio Farnesio en Flandes268 para llegar a un acuerdo. El 15 de septiembre de 1556 se firmó la paz de Gante, en virtud de la cual se restituía al duque de Parma la posesión de Piacenza y el resto de plazas ocupadas por los españoles.269 A cambio, el duque se comprometía a mantener, a su costa, una guarnición permanente de tropas españolas en la ciudadela o castillo de Piacenza retenida por Felipe II y, esta vez sí, a que su hijo Alejandro se educara en la corte española, lo que, a juicio de muchos autores, lo convertía en rehén de Felipe II, garante de la fidelidad de Octavio y prenda del cumplimiento de sus obligaciones.270
Se ponía así punto final a la larga lucha de Octavio (ver en la lámina n.º 1 su escudo de armas) contra el emperador y el papa para mantener, para él y para sus herederos, el ducado de Parma, de la que había salido airoso y en la que había jugado sus cartas con astucia y determinación, siempre bien apoyado por sus hermanos, especialmente por el cardenal Alejandro,271 y por su esposa Margarita, que, tras la restitución de Piacenza, promovería la construcción del imponente palacio Farnesio en la ciudad.272
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Ficha histórica del libro
Edad: Moderna
Periodo: Austrias Mayores
Acontecimiento: Varios
Personaje: Alejandro Farnesio
Comentario de "Alexander: La extraordinaria vida de Alejandro Farnesio"
Alejandro Farnesio es una de las figuras más destacadas de la historia de España del siglo XVI. Nieto del emperador Carlos V y bisnieto del papa Paulo III. Fue uno de los principales generales de su tiempo al servicio del rey Felipe II.
Nacido en Italia, hijo de Octavio Farnesio y Margarita de Austria, se educó en la corte española y estudió en Alcalá de Henares con el príncipe Carlos y don Juan de Austria con el que hizo una gran amistad. A sus órdenes luchó en la batalla de Lepanto, donde destacó por su valor y, posteriormente, en Flandes. A la muerte de don Juan, el rey Felipe II nombró a su sobrino Alejandro Farnesio gobernador de Flandes. Logró la reconciliación con el rey de las provincias valonas que firmaron el Tratado de Arrás y reconquistó buena parte del territorio de los Países Bajos. Si tras la conquista de Amberes Felipe II no se hubiera dispersado con la empresa de Inglaterra y su deseo de situar a su hija Isabel Clara Eugenia en el trono de Francia y hubiera apoyado los planes de Farnesio y mostrado alguna flexibilidad en la cuestión religiosa, probablemente el duque de Parma habría logrado pacificar Holanda y Zelanda y recuperar el control de los Países Bajos para el rey.
En cualquier caso, gracias a Alejandro Farnesio las provincias del sur se mantuvieron fieles al catolicismo y se estableció una barrera con las provincias calvinistas del norte, donde puede encontrarse el origen de las actuales Bélgica y Holanda.
Años después, su descendiente en línea directa, Isabel de Farnesio, contrajo matrimonio con el rey de España, Felipe V, y es la madre de Carlos III, por lo que Alejandro Farnesio es ascendiente en línea directa del rey Felipe VI.