Los dientes del dragón
Los dientes del dragón
Prólogo
En esta editorial, hace mucho tiempo que discutimos acerca de los mundos fantásticos hijos de Tolkien y su Tierra Media. Como lectores apasionados de El señor de los anillos, La muerte de Arturo o La Ilíada que somos, hemos llenado muchísimas tardes de asueto impresionándonos los unos a los otros con absurdos conocimientos de mitología; sosteniendo tesis peregrinas acerca de los mundos de fantasía, de espada y brujería y lanzándonos a la cabeza argumentos fuera de contexto extraídos de los textos recitados por Elminster, El Ratonero Gris o Gildor Inglorion.
Algunas veces, cuando acabo de leer un libro de fantasía heroica tengo la impresión de que aquella historia había sucedido en realidad. Aquí, en el planeta Tierra. Sólo con el tiempo he descubierto que esta percepción era compartida por legiones de lectores de todo el mundo. ¿Qué extraña alquimia hay en determinados libros?
A menudo, un grupo de aventureros logra tocar nuestros corazones porque el relato de su misión estaba inspirado en la esencia de los mitos que conforman nuestra civilización, la europea. Las leyendas, los dioses, la lucha del bien y el mal, la magia arcana, la magia salvaje, los monstruos grandes como dragones o pequeños y cotidianos como los duendes.
Siempre me han dicho que todo eso no son más que mitos, soluciones del pueblo llano a preguntas sin respuesta, historias de viejas y opio del pueblo.
Pero todos hemos crecido, de un modo u otro, alrededor de estos cuentos. Los hemos escuchado de nuestros mayores, los hemos leído en los libros y contemplado en nuestras catedrales y en nuestros museos. La historia verdadera estaba ahí. ¿Cómo podíamos ser tan ciegos? De pronto, nuestras charlas de café giraron en torno a una hipótesis: ¿Y si los mundos de fantasía no hicieran más que contarnos la verdad? Eso explicaría tantas cosas…
¿Sería posible que alguien, en algún momento de la historia moderna, decidiera borrar de un plumazo la historia verdadera? Si san Jorge no existió, ¿por qué es venerado en toda Europa? Si los dragones no existieron ¿por qué tanto relato y tantas coincidencias? ¿Sería posible que Jorge de Capadocia fuese un aventurero que dedicara su vida a acabar con estas bestias a lo largo y ancho de Europa? ¿Acaso se le consideró santo porque no se podía borrar su recuerdo? Algo o alguien nos quiso robar la magia. Y, de algún modo, lo consiguió.
Los hechos de los antiguos dioses quedaron destruidos y convertidos en mitos paganos, las razas de seres mágicos que poblaron los bosques de la vieja Europa fueron reducidos a la categoría de razas maléficas y desterradas a los cuentos de niños. Incluso las reliquias sagradas y mágicas como la Tabla redonda, el Espejo de Salomón o el Grial se tornaron leyendas con las que jugaron los románticos. La historia del mundo se convirtió en materia reservada, en cuentos secretos, en Fábula Arcana.
Desde estas líneas realizamos un acto de apostasía académica y renunciamos a creer en la historia tal y como nos la han explicado. Este libro es el primero de una colección de fantasía heroica que no pretende otra cosa que recuperar nuestra historia real. El ejemplar que tiene entre sus manos significa para Devir el fin de una aventura, y quizás el inicio de otra. Nuestra aventura ha sido encontrar un autor tan ilustrado en la Fábula Arcana como Juan Eslava, que revelara los hechos que ocultaban nuestras leyendas. Esperamos que en Los dientes del dragón disfrute de nuestra, hasta hoy, historia oculta.
Joaquim Dorca
Editor
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Ficha histórica del libro
Edad: Media
Periodo: Cruzadas
Acontecimiento: Sin determinar
Personaje: Sin determinar
Comentario de "Los dientes del dragón"