La Biblia contada para escépticos
La Biblia contada para escépticos
CAP ÍTUL O 1
El libro de Eli
En el futuro apocalíptico retratado en la película El libro de Eli (2010) acompañamos a un guerrero solitario en la misión de proteger un objeto misterioso que lleva en la mochila. La Humanidad lo ha perdido todo después de un cataclismo nuclear, climático o vírico, pero, para que la vida civilizada pueda reconstruirse y alborear en un posible futuro de esperanza y hermandad, es imprescindible que ese objeto se salve.
Lo han adivinado: el objeto no es otro que un ejemplar de la Biblia milagrosamente escapado de la hecatombe.
Un cálculo fácil: Europa ocupa apenas el 2 por ciento de las tierras del mundo. Una minucia, sí, pero ha influido decisivamente en la Historia de la Humanidad. Y ese libro, la Biblia, base del cristianismo, ha determinado el destino de Europa.1
Por lo tanto la Biblia ha influido poderosamente, para bien y para mal, en el destino de la Humanidad.
A pesar de que ha perdido fuelle en esta época de descreimiento, todavía es un libro respetado: más de 3.000 millones de personas lo consideran sagrado. Los libros contenidos en la Biblia son la guía y el fundamento de las tres religiones monoteístas (judía, cristiana, musulmana) con sus correspondientes sectas.
¿Puede imaginarse el lector un elemento más influyente en la Historia? La verdad es que no. La Biblia es, en última instancia, la fuente que justifica la existencia de Yahvé, Dios o Alá para las tres religiones.
En las encuestas realizadas en países de tradición cristiana —especialmente protestante, me temo—, cuando se le pregunta a un ciudadano normal y corriente qué objeto se llevaría a una isla desierta donde tuviera que pasar el resto de su vida, la respuesta más frecuente es «la Biblia».
La Biblia es, con diferencia, el libro más divulgado, el más traducido, el más impreso, el más vendido y el más estudiado de la Historia.2
La Biblia ha inspirado al menos la mitad de las obras de arte que la Humanidad ha producido en los dos últimos milenios (templos, esculturas, pinturas, música y creaciones literarias, especialmente poéticas). En fin, que la Biblia y sus subproductos son esenciales para comprender la cultura occidental.3
Pensemos que la poesía de san Juan de la Cruz, el Cristo de Velázquez, la Capilla Sixtina, casi toda la obra de Bach y el Mesías de Haendel no existirían sin el impulso creador estimulado, en última instancia, por la Biblia.
La Biblia, este libro prodigioso, es como la levadura que fermenta la masa. O como la minúscula espora que se deposita sobre los alimentos y produce un moho que los recubre. No la critico, cuidado. El moho puede estropear algunos alimentos, pero también puede ser beneficioso para otros: ahí tenemos el Penicillium roqueforti que madura el delicioso queso stilton o no digamos el Penicillium chrysogenum del que se deriva la penicilina, tan beneficiosa para la Humanidad.
Dicho de otro modo: la Biblia ha causado beneficios (por ejemplo, las hermanitas de la caridad que atienden a los ancianos) pero también ha inspirado estropicios (las hermanas Magdalenas irlan- desas, que explotaban y torturaban a las pobres muchachas confiadas a su cuidado).4
Se comprende que la Biblia no es culpable del mal uso que se haga de ella, pero si no hubiera sido por los fanatismos religiosos inspirados por ella la Historia de la Humanidad quizá habría sido menos cruenta.5
La Biblia es la fuente remota de la que bebe la cultura occidental.
Somos lo que somos por ella, así que no estará de más visitarla e informarnos un poco mejor de lo que contiene.
En España y países católicos en general no es raro que haya una biblia en casa, pero se lee poco o directamente nada. La Iglesia católica nunca ha promocionado su lectura. Para evitar interpretaciones heréticas ha preferido que su personal autorizado (los sacerdotes) intermedien entre el texto y los fieles.
Los lectores de mi generación, los que cursaron la escuela primaria sin más libro que aquella compendiosa Enciclopedia Álvarez, recordarán que antiguamente existía una asignatura, la Historia Sa- grada, que nos contaba la Biblia. Hoy los talentosos pedagogos que diseñan los nuevos planes de estudios han decidido que la Biblia es un cuento chino y que no hay por qué enseñarla. En lo de cuento chino, extremando el juicio, a lo mejor llevan razón; en despreciarla, y prescindir de ella, no tanto. Al suprimir la Biblia causan un grave perjuicio a las nuevas generaciones de ciudadanos que ignoran una de las bases de su cultura. Eso se manifiesta, por ejemplo, en que no tienen ni idea de las representaciones artísticas que ven en iglesias o museos. Antes veías a un anciano que se disponía a degollar a un jovencito sobre una pila de palos y lo identificabas rápidamente: el sacrificio de Isaac por Abraham. Y te traía a la memoria una serie de connotaciones culturales. Ahora llegan los escolares y alguno que levanta la vista del móvil acierta a ver el cuadro y comenta: «¡Mirad, troncos, un navajero viejo atracando a un niño!».
La cultura los persigue, pero ellos son más rápidos.
Por el contrario, en los países protestantes la Biblia se lee mucho. Incluso existen sectas que la tienen como lectura de cabecera, y su reiteración en hogares creyentes y en sesiones parroquiales hace que incluso personas apartadas de la religión puedan citar de memoria largos pasajes del Libro Santo. ¿Recuerdan a Jules Winfield, el gáns- ter negro interpretado por el actor Samuel L. Jackson en la película de Quentin Tarantino Pulp Fiction? En un par de ocasiones, antes de vaciar el cargador de su Star B sobre la aterrorizada víctima, ahueca la voz para que suene como si fuera un sermón y recita:
El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que, en nombre de la caridad y de la buena voluntad, saque a los débiles del valle de la oscuridad, pues él es el auténtico guardián de su hermano y el descubridor de los niños perdidos. Y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos. Y tú sabrás que mi nombre es Yahvé, cuando caiga mi venganza sobre ti.6
O la oración del francotirador Daniel Jackson, interpretado por Barry Pepper en Salvar al soldado Ryan (1998), cada vez que ajusta su mira telescópica sobre su siguiente víctima: Dios mío, confío en ti. No permitas que me avergüence. Líbrame de las manos de mis enemigos (Sal. 25, 2).7
Y en la escena final, antes de que Daniel se enfrente a su propia muerte: Bendito el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para la guerra y mis dedos para la batalla. Mi amor y mi baluarte, mi ciudadela y mi libertador, mi escudo, en él me cobijo (Sal. 144, 1-2).
Unas citas bíblicas que, espigadas entre otras muchas, se han convertido en sendos iconos cinematográficos.
Es costumbre usar abreviaturas para referirse a las citas bíblicas de manera que el lector pueda comprobar la fidelidad del texto. Son las siguientes, que corresponden a los distintos libros del Antiguo Testamento:
Antiguo Testamento | |
1 Cr. 2 Cr. | Crónicas |
1 Mac. 2 Mac. | Macabeos |
Antiguo Testamento | |
1 Re. 2 Re. | Reyes |
1 Sam. 2 Sam. | Samuel |
Ab. | Abdías |
Ag. | Ageo |
Am. | Amós |
Bar. | Baruc |
Cant. | Cantar de los Cantares |
Dan. | Daniel |
Dt. | Deuteronomio |
Ece. | Eclesiastés |
Eci. | Eclesiástico |
Esd. | Esdras |
Est. | Ester |
Éx. | Éxodo |
Ez. | Ezequiel |
Gén. | Génesis |
Hab. | Habacuc |
Is. | Isaías |
Jb. | Job |
Jer. | Jeremías |
Jl. | Joel |
Jon. | Jonás |
Jos. | Josué |
Jdt. | Judit |
Jue. | Jueces |
Lam. | Lamentaciones |
Lv. | Levítico |
Mal. | Malaquías |
Miq. | Miqueas |
Nah. | Nahum |
Neh. | Nehemías |
Núm. | Números |
Os. | Oseas |
Prv. | Proverbios |
Rt. | Rut |
Antiguo Testamento | |
Sal. | Salmos |
Sab. | Sabiduría |
Sof. | Sofonías |
Za. | Zacarías |
En fin, hermano lector, la Biblia está viva, nos habita y nos inspira incluso a los agnósticos que reducimos su alcance al de un influyente libro histórico y no acertamos a comprender que en el siglo xxi, cuando la ciencia ha avanzado tanto, todavía existan personas supuestamente informadas que se declaran creacionistas o que consagren sus días a escudriñar hasta el absurdo los posibles mensajes del Libro, esas comunidades judías que dedican la vida al estudio de la Torá o Pentateuco y, embebidas por él, dejan de trabajar y hasta de asearse y obedecen fielmente sus cientos de normas hasta extremos que a nosotros nos parecen quizá ridículos.
La religión monoteísta y por lo tanto intolerante con el resto de las creencias no es algo que pertenezca al pasado: está bien presente en esos atentados islamistas radicales que nos sirven cada día las noticias y los telediarios.8
- En realidad, a la combinación de la cultura grecolatina y la civilización judeocristiana que se impuso sobre ella, pero si hubiera que señalar un elemento dominante siempre sería el religioso, es decir, la Biblia.
- 6.000 millones de ejemplares impresos (completa o en parte) en más de 2.400 idiomas.
- Entre estos subproductos cabe incluir las modas religiosas: esas faldas que usan o usaban los sacerdotes, las casullas y las tiaras papales, todas están en la Biblia. Incluso los calzoncillos, que, por cierto, son tipo bóxer: para los hijos de Aarón harás túnicas; también les harás cintos, y les formarás tiaras para honra y hermosura. Y con ellos vestirás a Aarón tu hermano, y a sus hijos con él: y los ungirás, y los consagrarás, y santificarás, para que sean mis sacerdotes. Y les harás calzones de lino para cubrir la carne vergonzosa; serán desde los lomos hasta los muslos (Éx. 28, 40-42).
- Precisamente por haber influido tanto, y no siempre positivamente, en el destino de la Humanidad, la Biblia tiene sus detractores. Robin Lane Fox escribe: «No es sistemáticamente mala (advierte uno), sino lisa y llanamente extraña, como podía esperarse de una antología caóticamente improvisada de documentos inconexos, compuesta, revisada, traducida, distorsionada y “mejorada” durante nueve siglos por cien- tos de autores, editores y copistas anónimos desconocidos entre nosotros y principal- mente desconocidos entre ellos» (Fox, 1992, p. 253; Dawkins, 2006, p. 253).
- Mahatma Gandhi dijo: «Ustedes los cristianos tienen en la Biblia un libro que contiene suficiente dinamita como para volar toda la civilización». En la misma línea, pero con más humor, está esa etiqueta que unos bromistas incrédulos pegan en la portada de los ejemplares de la Biblia que en países protestantes suele encontrarse guardada en la mesita de noche de los hoteles: «ADVERTENCIA: Este es un libro de ficción. NO lo tomen al pie de la letra. ADVERTENCIA DE CON- TENIDO: Contiene versículos que describen o evocan el suicidio, el incesto, el bestialismo, el sadomasoquismo, la práctica sexual en un contexto violento, el asesinato; se recrea en la violencia, la homosexualidad, el consumo de drogas y alcohol, el voyeurismo, la venganza, el desafío a la autoridad, el desprecio a las leyes, la violación de los derechos humanos y las atrocidades. ADVERTENCIA DE EX- POSICIÓN: La exposición a los contenidos del libro durante largos periodos de tiempo o durante los años de formación de los niños puede causar delirios, alucinaciones, disminución de las habilidades cognitivas, trastornos mentales y, en casos extremos, alteraciones patológicas, odio e intolerancia hasta llegar al fanatismo, al asesinato y al genocidio».
- Bueno, el caso es que Jules quizá tiene medio olvidado el pasaje original y en su larga trayectoria como asesino a sueldo ha ido enriqueciendo la cita con material de su cosecha. En realidad el texto bíblico es más corto: y sabrás que mi nombre es Yahvé cuando caiga mi venganza sobre ti (Ez. 25, 17).
- Todas las citas bíblicas del libro están extraídas de la Biblia de Jerusalén, Desclée De Brouwer, Bilbao, 1975.
- «El gran mal de nuestra cultura —escribe Gore Vidal— es el monoteísmo. Surgidas de la bárbara Edad del Bronce, conocida como Antiguo Testamento, han evolucionado tres religiones inhumanas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Son religiones con dioses en el cielo. Son, literalmente, patriarcales (Dios es el padre omnipotente) y de ahí el aborrecimiento de las mujeres durante dos mil años en aquellos países afligidos por el Dios celestial y sus terrestres delegados masculinos» (Vidal, 1992).
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Ficha histórica del libro
Edad: Prehistoria
Periodo: Biblia
Acontecimiento: Varios
Personaje: Varios
Comentario de "La Biblia contada para escépticos"
‘La Biblia contada para escépticos’ , último libro de Juan Eslava es una visión muy personal del autor sobre el Antiguo testamento a la luz de la ciencia moderna y de la crítica histórica
Un libro que ha sido traducido a más de 2400 idiomas , leído por mas de 3000 millones de personas y que está presente en todas las mesillas de los hoteles de Estados Unidos, no podía pasar inadvertido para nuestro autor, capaz, con su ágil escritura de sacar una visión distinta que no nos dejará indiferente
En la primera parte del libro, el autor nos analiza la figura de Yaveh del que dice: “Existe un dios, Yahvé, que, como dijimos, en aquel tiempo de gigantes era un enano de tercera división. ¿Se conformó? Nada de eso: ha crecido a lo largo del tiempo hasta convertirse en otro gigante. Una religión de época remota, el judaísmo, se mantiene en el mundo tenazmente, contra viento y marea. Es un fósil vivo que no solo existe per se, sino a través de dos hijuelos que le brotaron y que ahora son incluso más vigorosos que el tronco original: el cristianismo y el islam”.
En opinión del autor, la Biblia “Es un auténtico culebrón lleno de sorpresas. una olla podrida en la que cabe cualquier cosa venida a mano del cocinero. Unas veces nos ofrece un relato costumbrista; otras, una narración histórica o una colección de cuentos y consejos. Todo cabe”.