Historia de España para Dummies
Historia de España para Dummies
Introducción
Atrapada entre Europa y África, el Mediterráneo y el Atlántico, España ha soñado todos los sueños del hombre. Los caminos de la historia le hicieron llegar modos de vida y alimentos, dioses y lenguas, grandezas y miserias que embellecerían su mirada al mismo tiempo que la hacían deudora de olvidados pueblos viajeros. Fenicios, griegos, cartagineses, romanos, visigodos, árabes… Todos han dejado su impronta en esta vieja piel de toro, como todavía hoy siguen haciéndolo los inmigrantes que llegan hasta aquí atraídos por la esperanza de un futuro mejor. Al mismo tiempo, España, que llegó a dominar un imperio en el que no se ponía el sol, ha dejado huella de su presencia en medio mundo, como lo demuestra la vigencia de la lengua española en Sudamérica. Sin embargo, España no es sólo el recuerdo de un pasado imperial. Y eso es lo que queremos mostrar en este libro.
“Yo no canto la historia que bosteza en los libros, ni la gloria que arrastran las sombras de la muerte. ¡España está en nosotros…!”. Estas palabras del poeta Eugenio de Nora pueden servirnos de guía. En un momento de nacionalismos victoriosos y de regionalismos febriles en su invención de pasados autóctonos, esta Historia de España para Dummies quiere subrayar la realidad histórica de un país múltiple y diverso, vivo, no por supuestas entidades milenaristas, sino por la voluntad democrática de sus habitantes de reconocer una historia común y una cultura sin imposición alguna.
Tres mil años de encuentros, muchos de ellos a ambas orillas del Atlántico y el Mediterráneo, quinientos de Estado integrador y doscientos de vertebración liberal nacional han establecido suficientes lazos familiares y culturales como para que los españoles puedan leer su historia sin necesidad de enrocarse en el pasado glorioso de El Escorial cada vez que se niega la existencia de su nación. Y es que, como acertó a decir el poeta nicaragüense Rubén Darío, la historia de España está hecha secularmente de pluralismo y de mezcla, de cruce continuo entre mundos, religiones y lenguas, y de esta tradición quiere ser eco y reflejo este libro que el lector tiene ahora en sus manos.
Acerca del libro
Historia de España para Dummies trata un montón de temas históricos, desde los fósiles del yacimiento paleontológico de Atapuerca hasta hoy mismo, pero para leerlo no hace falta formación histórica alguna. El libro ofrece información sencilla acerca de las distintas etapas de la historia del país y la información es siempre fácil de encontrar. Aunque la estructura es cronológica, no es necesario leerlo de corrido y se pueden leer capítulos enteros o buscar información específica en el índice o en el sumario.
Cada capítulo está dividido en secciones y cada sección contiene información acerca de una etapa de la historia de España. Algunos de los temas tratados son:
- La importancia de la romanización en la Península.
- La huella dejada por los siete siglos de presencia musulmana en nuestro suelo.
- La lenta formación de una conciencia nacional de España.
¿A quién le interesa este libro?
Al preparar este libro teníamos algunos presupuestos acerca de nuestros lectores:
- Quieren saber más sobre la historia de España, tengan o no conocimientos previos sobre la materia.
- Tienen curiosidad sobre los sucesos históricos acaecidos en España, ya sea porque hayan nacido en ella o porque la hayan visitado, aunque seguramente no sea el tema que más les interesa en la vida.
- Tratan de entender por qué existen tantas lecturas distintas de la historia del país y por qué a día de hoy siguen generando tantos conflictos entre unas comunidades autonómicas y otras.
¿Cómo está organizado el libro?
Historia de España para Dummies está organizada para que el lector encuentre fácilmente el período histórico que más le interese. Con este fin, consta de seis partes, cada una de las cuales trata una etapa y está dividida en varios capítulos:
Parte I: Prehistoria e historia antigua
Esta parte se adentra en los más antiguos testimonios de la presencia humana en la península Ibérica, los fósiles de la cueva de Atapuerca (Burgos) nos hablan del mismísimo origen del ser humano. La llegada de los primeros colonos fenicios y griegos, que recalaron en suelo hispánico en busca de sus riquezas y dejaron huellas de su cultura entre los pueblos nativos, antecede a la expansión de cartagineses y
romanos, que hicieron de la Península uno de los campos de batalla en su lucha por el dominio del mundo. La victoria de Roma se traduciría en la conquista y romanización de Hispania, que apuntaló una herencia cultural que se mantiene viva hasta hoy.
Parte II: La Edad Media
Los mil años que transcurren entre la caída del Imperio romano y el descubrimiento de América por Cristóbal Colón ven cómo el espíritu de la romanización pervive a pesar de la llegada de pueblos bárbaros
como el visigodo, que fundará el reino de Toledo, desbaratado a inicios del siglo VIII por los conquistadores árabes. Algunos de los temas tratados en esta parte son el surgimiento de los distintos reinos cristianos (Asturias, León, Castilla, Aragón, Navarra y los condados catalanes) y su expansión hacia el sur a costa de los territorios musulmanes, o el nacimiento de una cultura y sociedad profundamente mestizas, ejemplificada en la Córdoba califal o en la corte de Alfonso X el Sabio.
Parte III: La Edad Moderna
La tercera parte recorre el período en que España, con los Habsburgo Carlos I y Felipe II en el trono, se convirtió en un imperio en el que no se ponía el sol. La conquista de América, las guerras en el continente europeo, la crisis económica y el esplendor de las artes y las letras, con nombres como Miguel de Cervantes y Diego Velázquez como estandartes, son algunos de los episodios que marcarán el devenir de
los siglos XVI y XVII, hasta que la muerte sin herederos de Carlos II dé la corona a una nueva dinastía llegada de Francia, la de los Borbones. Con ésta en el poder, España encarará durante el siglo XVIII el fin del Antiguo Régimen en una lucha sin cuartel entre los defensores de la tradición y las nuevas ideas surgidas de la Revolución Francesa de 1789.
Parte IV: La Edad Contemporánea
Esta parte se inicia con el regreso al trono de Fernando VII y la persecución contra los esfuerzos modernizadores encarnados por las Cortes de Cádiz. Todo el siglo XIX estará marcado por la lucha entre liberales y conservadores por imponer su concepción del mundo en España. La convulsa situación política, entre cuyos episodios se hallan el derrocamiento de Isabel II y la proclamación de la Primera República, culminará en 1898 con la pérdida de los últimos restos de lo que trescientos años antes fue un Imperio inabarcable: Cuba y Filipinas.
Parte V: El salto definitivo a la modernidad
Esta parte se adentra en los siglos XX y XXI. Tras el desastre de la pérdida de Cuba y Filipinas, España cae en un período de inestabilidad política que alcanza su cima con la caída de la monarquía y la proclamación de la república. Las dos Españas, la liberal y la conservadora, se enfrentarán en una guerra fratricida de la que surgirá una dictadura que se extenderá a lo largo de casi cuarenta años. La Constitución de 1978 y la monarquía constitucional pondrán las bases para el despegue definitivo de España en la década de los ochenta y su plena integración en el escenario europeo.
Parte VI: Los decálogos
¿Quieres buscar información sencilla y entretenida acerca de la historia de España? Puedes encontrarla en esta parte, que incluye listas con las diez fechas más importantes, diez monumentos españoles considerados Patrimonio de la Humanidad, diez películas que permiten ver en imágenes otros tantos episodios históricos y diez obras universales que España ha dado al mundo.
Capítulo 1
Nuestros abuelos más remotos
En este capítulo
- Esbozar los orígenes del ser humano en la península Ibérica
- Descubrir los secretos de la evolución humana en Atapuerca
- Contemplar las primeras muestras artísticas de la cueva de Altamira
- Conocer la revolución que significó la agricultura
- Apreciar la aparición de un pensamiento simbólico
Los primeros pasos del ser humano en la península Ibérica son un misterio. Sin textos escritos a los que pueda recurrir, el investigador sólo tiene ante sí las evidencias que le dan los yacimientos paleontológicos y arqueológicos. Son muchas las ocasiones en las que el descubrimiento de un simple hueso despliega todo un abanico de cuestiones por resolver. ¿Cómo vivía su dueño? ¿Qué comía? ¿Cómo se relacionaba con el resto de su grupo? ¿Cuáles eran sus miedos, sentimientos y esperanzas?
El abanico desplegado por estas cuestiones se abre hasta lo indecible si su estudio permite asegurar que se trata de una especie de homínido desconocida hasta la fecha, lo que comporta replantearse las teorías anteriores, hacerse nuevas preguntas y tantear nuevas respuestas, válidas hasta que otro descubrimiento extraordinario las ponga en cuestión… Todo, pues, se basa en los escasos restos materiales que la cirugía del tiempo no ha logrado borrar. A medida que avanzan los milenios aparecen cuevas antaño habitadas y aldeas enterradas pobladas de osamentas y cráneos, pero también de vasijas y utensilios, incluso de primerizos vestigios artísticos, testimonios todos ellos que aportan un poco más de información sobre la vida cotidiana de quienes los crearon, nuestros antepasados.
Por prehistoria entendemos tradicionalmente el período de tiempo que transcurre desde la aparición del primer ser humano hasta la invención de la escritura, que tuvo lugar en Mesopotamia hacia el tercer milenio antes de nuestra era, momento a partir del cual podemos hablar de historia. La arqueología, la paleontología, la topografía e incluso la física nuclear para la datación de restos son las principales disciplinas científicas que ayudan a su completo estudio.
Un antepasado africano
Bajo la tenue luz de los avances científicos, se puede decir que la vieja Iberia estuvo habitada por comunidades humanas desde los tiempos más remotos. Es lo que nos transmiten los únicos testigos que han llegado hasta nosotros desde aquella edad sin historia que se pierde en la noche de los tiempos: los fósiles del yacimiento burgalés de Atapuerca (para más información sobre el tema véase el recuadro “El yacimiento de Atapuerca”).
Los estudios realizados en Atapuerca permiten aventurar la existencia de un hombre que ha sido bautizado como Homo antecessor. Considerado la especie homínida más antigua de Europa, hace aproximadamente 800.000 años vagaba de un lugar a otro de nuestro suelo ibérico buscando alimentos y cobijo. África había sido su cuna y el análisis de sus restos no deja de deparar hallazgos sorprendentes, cuando no inquietantes. Por ejemplo, que nuestros antepasados eran adictos al canibalismo: las series de marcas de corte que presentan los huesos encontrados demuestran que fueron comidos por otros homínidos…
Abrumados por la presencia de la muerte, el temor a las fieras y la necesidad de resguardarse de la acción de los elementos, los individuos de esas comunidades buscaban la protección en cuevas. La lucha con las fuerzas de la naturaleza era constante para poder sobrevivir, y eso les obligó a aprender a conocer y adaptarse al entorno. El seguimiento de las manadas de animales que cazaban con sus incipientes armas, el florecimiento de las especies vegetales cuyos frutos recolectaban, los cambios climáticos asociados a las estaciones… Todos estos factores regían la vida de esas comunidades primitivas y explican la provisionalidad de sus campamentos.
Nuevos inquilinos en la Península
Al Homo antecessor le siguió el Homo heidelbergensis, así llamado porque sus primeros huesos se descubrieron en la localidad alemana de Heidelberg. Los abundantes restos que se han hallado de él en Atapuerca permiten pensar que este ancestro humano, que surgió hace 500.000 años, ya realizaba rituales funerarios, lo que implica la presencia de un pensamiento simbólico que sobrepasa la esfera de la mera supervivencia cotidiana. O lo que es lo mismo, la presencia de un elemento esencial que definirá al ser humano moderno y que lo diferencia de otros animales.
El yacimiento de Atapuerca
En la provincia de Burgos, entre el llamado Corredor de la Bureba, la Sierra de la Demanda y las estribaciones de la Cordillera Cantábrica, se levanta la Sierra de Atapuerca, un lugar donde están escritos los orígenes de la humanidad en Europa. Allí, en 1994, y concretamente en la cueva conocida como Gran Dolina, se descubrieron 85 restos humanos muy fragmentados correspondientes a seis individuos de una especie de homínido desconocida hasta entonces, que fue bautizada como Homo antecessor por su calidad de antecesora de los neandertales y sapiens.
Los diferentes yacimientos de Atapuerca, tanto sus cuevas, como la mencionada Gran Dolina, la Sima del Elefante o la Sima de los Huesos, o los que se hallan al aire libre, como el Valle de las Orquídeas, no han dejado de deparar sorpresas a los paleontólogos y arqueólogos. Restos de Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis y Homo sapiens, al lado del fruto de sus cacerías (huesos de caballos, rinocerontes, bisontes, jabalíes, osos o linces), dan cuenta de la actividad que esta zona conoció en los albores de la humanidad, que también aquí empezó a dejar trazas de su cultura en forma de herramientas y creencias simbólicas.
Aunque muy discutida en los ambientes académicos, la tesis sobre los ritos funerarios demuestra cómo en el campo de la paleontología, incluso más que en el de la arqueología, las interpretaciones nunca son definitivas y siempre están a la espera de lo que aporte el próximo descubrimiento. De lo que parece no haber duda es de que ese Homo heidelbergensis tenía conciencia de grupo y sentimientos. Los restos de una niña, bautizada como Benjamina, con una discapacidad llamada craneosinostosis, que provoca graves problemas motóricos y cognitivos, así lo prueba: la pequeña llegó a vivir diez años, y eso indica que hubo alguien que estuvo constantemente a su lado, alguien que se preocupó por ella, que la cuidó, la alimentó y la protegió.
Homo neanderthalensis
El hombre de Neandertal llegó a la península Ibérica hace aproximadamente unos 100.000 años. La totalidad del continente europeo y parte de Asia central y occidental fueron su hábitat. De complexión baja y robusta, y con una gran capacidad craneal, vivía en grupo y poco a poco fue perfeccionando la industria de piedra. Hace unos 25.000 años se extinguió completamente. Sus últimos reductos se concentraron precisamente en suelo ibérico, donde llegó a coincidir con el Homo sapiens sapiens, la especie a la que pertenecemos.
Homo sapiens sapiens
Durante 5.000 años aproximadamente, neandertales y sapiens coexistieron en la Península. Desaparecidos los primeros por razones sobre las que los especialistas no se ponen de acuerdo, los segundos, originarios del continente africano, son ya los hombres modernos. Dotado de fantasía e imaginación, un elemento esencial para el éxito de la especie, introdujo importantes innovaciones en la fabricación de herramientas, tanto de piedra como de asta o hueso, con las que se lanzó a la conquista de su entorno.
La Capilla Sixtina del arte prehistórico
Pero el Homo sapiens no sólo creó utensilios como lanzas, hachas, arpones, propulsores o agujas de coser, sino que también protagonizó las primeras manifestaciones artísticas propiamente dichas. Uno de los ejemplos más asombrosos se encuentra en la cueva de Altamira, en tierras de Cantabria.
Descubierta en 1879 por Marcelino Sanz Sautuola, la cueva de Altamira significó el descubrimiento del arte rupestre. Fue hace 15.000 años cuando sus anónimos artífices plasmaron sobre la piedra estas representaciones polícromas de bisontes, caballos, ciervos y manos, amén de otros misteriosos signos, en las que quedaría retratado todo el misterio de una era marcada por el aliento de la supervivencia. Los investigadores de nuestros días han vislumbrado un significado mágico o religioso, según el cual el cazador-pintor creería estar en posesión de la bestia representada, a la que da muerte cuando concluye el último trazo artístico. Desde 1985, la cueva forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
La revolución de la agricultura
Pese a los avances logrados en aquella lejana época, todavía habría que esperar algunos milenios para que tuviera lugar una de las mayores revoluciones protagonizadas por el ser humano: el nacimiento de la agricultura y la domesticación de animales. Es la llamada revolución neolítica, que germinó en suelo hispano hacia el 5.000 y 3.500 a.C. El nuevo modo de subsistencia barrerá la vida errante de los antiguos cazadores y recolectores. Y los beneficios de esa sedentaria vinculación con la tierra no tardan en hacerse notar, sobre todo en las regiones andaluza y levantina, donde pronto aparecen los primeros signos de vida urbana:
- Aumenta la disponibilidad de alimentos: por un lado, los cultivos, con el trigo y cebada como productos estrella de esa incipiente agricultura por otro, los animales domesticados, cabras, cerdos y ovejas, de los que no sólo se aprovecha la carne sino también productos derivados como la leche o la lana.
- Se empiezan a producir objetos manufacturados: como cerámicas y tejidos, a la vez que las viejas herramientas de piedra conocen una sensible mejora, para ser sustituidas finalmente por trabajos metalúrgicos, primero en cobre, luego en bronce y finalmente en hierro.
La consecuencia principal de esta renovación económica y humana es trascendental, pues la acumulación de excedentes, tanto alimentarios como manufacturados, provoca el nacimiento del comercio y la especialización del trabajo, mientras que la propiedad de la tierra y de los rebaños acelerará las primeras diferencias de clase. Los pobres poblados no tardarán mucho en rodearse de poderosas murallas de piedra. Es el caso de Los Millares (para más información sobre este poblado véase el recuadro “Los Millares, un poblado de la Edad del Cobre”) o El Argar, ambos en la provincia de Almería.
Los Millares, un poblado de la Edad del Cobre
Uno de los poblados más asombrosos levantados en la península durante la Edad del Cobre (3000-2000 a.C.) es el de Los Millares, en Almería. Estratégicamente situado cerca de las minas de cobre de la sierra de Gádor, está protegido por un complejo sistema defensivo que contrasta con la sencillez de las cabañas de planta circular en la que se acomodaban sus habitantes. Estos, atentos a la extracción del metal y a los ciclos del campo, honraban a sus difuntos enterrándolos en tumbas de corredor, formadas por una cámara circular precedida de un corredor adintelado, símbolo de un imparable proceso de estratificación social y de la aparición de aristocracias locales.
El ser humano ante la muerte
Es también en esa época cuando buena parte de los valles peninsulares se cubre de megalitos (piedras grandes). Aunque su cronología y sus tipologías son muy diversas, desde sencillos dólmenes asturianos, cántabros y vascos hasta las grandes y ostentosas tumbas de corredor del valle del Guadalquivir, todos testimonian un nuevo modo de entender la muerte. Para las incipientes minorías dirigentes relacionadas con la irrupción de los metales, esos monumentos eran un símbolo de independencia social que, a su vez, expresaba la ilusión de un poder más allá de la muerte.
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Ficha histórica del libro
Edad: Varios
Periodo: Varios
Acontecimiento: Varios
Personaje: Varios
Comentario de "Historia de España para Dummies"
Presentación del libro por el autor en «Para todos la 2» de RTVE