Diario del perro Lord
Diario del perro Lord
Capítulo I
No soy un perro cualquiera (fragmento)
Ahora que los años han mermado mis fuerzas, y 14 años largos son muchos para un perro, quizás sea la hora de soñar mi vida, tumbado ahí en ese sofá, que siempre me ha gustado tanto, frente a donde mi compañero escribe. Si yo sueño mi tiempo en la tierra, junto a él, quizás así el pueda soñarlo conmigo. Y no olvidarlo ni olvidarme hasta que un día también su propio tiempo pase.
Porque si el pasado, presente y, no dentro de mucho, el futuro, serán todos sueño para mí, para él, y hasta cuando también le alcance el tiempo, sí podrán ser recuerdos. Y algo más que entre los dos hagamos perdurar en la memoria y el corazón de otras gentes. Luego todo se irá, todo se va inevitablemente, la letra, el papel, el bosque y hasta la piedra. Por eso antes de que el olvido cercano me venza es llegado el momento de repasar lo vivido y convivido y de rebuscar recuerdos como los rastros de las perdices que han pasado por las veredas. Es hora de que les diga quien he sido, quien soy y que siento. O mejor, quien hemos sido, porque un perro sin el hombre no se entiende, pero quizás pueda vislumbrarse también que algún humano tampoco puede comprenderse sin su perro.
Bueno , yo soy un perro de caza y me llamo Lord. Me llamaba Lord Jim, pero por eso no he atendido nunca, fue cosa de muchas letras y rápidamente se acortó para beneficio de todos . Soy un epagneul bretón muy blanco y de alzada bastante mayor que mis congéneres . Apenas si tengo unos manchones marrones y el pelo mas sedoso. Es porque no soy bretón, bretón , aunque cualquiera se hubiera creído que sí porque mis padres parecían serlo los dos. Y lo eran . Pero una tatarabuela mía tuvo un lío , cosa de un amorío fugaz, pero que dejo huella, con un setter laberak ingles , y yo he dado el salto hacía atrás y cuando ya se creían que aquellos genes estaban perdidos pues salieron a flote. El Chani suele decir que eso ha sido para mucho mejor y creo que en esto tiene razón. Me gusta la herencia de ese antepasado. Me ha dado mas cuerpo y algún viento añadido.
No soy un perro cualquiera y no porque me las de aristócrata a pesar del nombre. «Lord Jim» no lo era. Si recuerdan la novela de Conrad y la película, era un inglés que se acobarda en un combate y huye. Luego es el más valiente y un héroe capaz del sacrificio último. Lo interpretó Peter O,Toole y que bien supo encarnar la tiniebla en el corazón del hombre y el hombre en el corazón de la tiniebla que el otro había escrito y sentido. No somos, yo creo que ni hombres ni perros, unidimensionales. Un día somos capaces de lo peor y otros de lo mejor. Dicho sin tanta filosofía y al estilo más canino.
Pero me pierdo. Digo que no soy un perro cualquiera. Uno tiene cosas de que alardear. Por ejemplo ¿Quien en el mundo de los perros puede presumir de una novela dedicada?. Pues yo tengo «Nublares». «A mi perro «Lord» pone bien claro. Y el lobo que acompaña al protagonista, «Ojo Largo», es como debí ser yo hace 15.000 años. Un lobo paleolítico adiestrado por un cazador cromañón. «Nariz» le puso , pero yo sé muy bien que soy yo.
En otro libro “Un sombrero para siete viajes” también salgo. Hasta en foto. Y son de las cosas que más me han gustado. Tengo dedicado el epílogo y me gusta porque es verdad.
«Mi perro siempre sabe cuando me voy lejos. Ese día no se despega de mis pasos. Sufre y yo sufro. Quisiera poder explicarle que volveré, que me espere, que no voy a abandonarle. Y se lo digo. Pero Lord se limita a mirarme ansioso. Entiende muchas cosas, pero no esas complejidades del lenguaje humano.
Así que cuando me ve sacar el macuto verde y, sobre todo, descolgar el viejo sombrero del clavo, me sigue por todas partes con su muda pregunta en la mirada. Pero no puedo transmitirle mis garantías de vuelta. En realidad ni uno mismo sabe si va a volver. No puede en verdad más que prometer una intención. En el fondo el perro lleva razón.
Pero a los humanos, a mi mujer, Mari, les queda el consuelo de la palabra, la confianza y hasta un plazo y una fecha para la vuelta. A él no. A él sólo le queda esperar en el vació. Sin saber.
Recuerdo ahora el amanecer de julio (2000) en que salí de casa para este último largo viaje. El beso de mi mujer y la mirada de mi perro. Mari sabe que hoy ya estoy de regreso, que se volverá a colgar en el clavo el viejo sombrero. Su alegría será mucha al verme entrar, pero la sorpresa y el alborozo de mi perro Lord les aseguro que aún serán mayores. Y eso-sé que mi mujer me perdona-será lo que me arranque, en la vuelta, la mejor sonrisa del corazón»
Sí que reconozco ese sombrero, el de lona sudafricano con el que se hace fotos , que tanto quiere y sigue usando como amuleto cuando se va de expedición. A esas a las que no me lleva. El sombrero y esos macutos verdes. Muchas veces, muchos veranos seguidos, iban juntos, el uno y los otros. Sus años de la Ruta Quetzal. Yo, claro, no les he tenido simpatía ninguna. Bien sabía que con el sombrero y el macuto verde el desaparecía y yo me quedaba en casa. Porque a otros viajes si que he ido. No tanto como él, pero yo viajero también he sido. Habrá tiempo de contarlo.
En libros , ya digo, yo he aparecido mucho y ya ni cuento en revistas y periódicos. Raro es que no me haga hueco en todas y cada una de sus novelas y en cuanto puede me cuela por cualquier rendija. A mi y a su pueblo, a su tierra natal, Bujalaro en Guadalajara, siempre nos tiene en la boca. He sido un perro muy mentado. Tanto que hasta he salido en televisión y no una sino bastantes veces. Las más pegado al amo, en el patio o en el despacho, que siempre me pone a su lado cuando vienen a entrevistarlo o a hacerle alguna foto , pero una vez fui yo el protagonista, y ahí sí que no admito bromas. El programa estaba dedicado a mí y no puede decir nadie que no me comporté como un veterano, como todo un actor. En casa primero y en el campo después que soltaron unas perdices para que se me viera cazar y ya lo creo que las cacé. ¡Menudo cobro hice a una alicortada!. El cámara José Luis Pecker , compañero del Chani en la Ruta Quetzal estaba alucinado.
Y en el plató, en el programa de Juan Delibes, me estuve quieto como un mazo, pegado a la pierna de mi amigo, mas quieto que me he estado nunca en mi vida por muchas veces que me hayan mandado estarlo y aquel día no le hizo falta decirme nada, que sabía yo lo mucho que me jugaba y nos jugábamos saliendo en televisión. Aquel día, mientras me filmaban, hasta me dibujó un señor y ahí tiene el amo el cuadro colgado en la cabaña del campo junto a la cama donde dormimos. Ese dibujo es de Josechu Lalanda. Pero no es el único,. En su despacho del ordenador está , a todo color, el de Julio del Rey, conmigo en pose muy cazadora con una perdices, que esta copiado también en un azulejo en el patio de la casa junto a la fuente donde vienen a beber los gorriones. Uno de ellos pudiera considerarse hasta mi primera pieza. Un volantón inexperto que se descuidó tanto que de un salto lo tuve en la boca. Corrí hacía donde estaba Mari, a la cocina y ella, al ver asomar la cola del pajarillo, grito la palabra mágica “¡Suelta!”. Yo abrí la fauces y el gurriato emergió de mi boca, volando como un desesperado. Ahora y desde hace mucho ya no acecho gorriones. Hace muchos años, más de los que lleva el azulejo con mi figura sobre la fuente, que lo he dejado. Ya tengo una trayectoria y un prestigio para andar detrás de los gurriatos.
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Ficha histórica del libro
Edad: Contemporanea
Periodo: Monarquía Parlamentaria
Acontecimiento: Sin determinar
Personaje: Sin determinar
Comentario de "Diario del perro Lord"
Lord es el perro que ha sido compañero de Antonio Pérez Henares durante 16 años. Este “Diario del perro Lord” escrito en primera persona por el perro es un homenaje del autor a su compañero por tantas horas de convivencia
A lo largo del libro , se van desgranando vivencias comunes, desde los dias de caza hasta las tardes de trabajo en las que “lord” y el autor compartían el despacho y el sofá
Entrevista al autor sobre «Diario del perro Lord» en Periodista Digital